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Actualizado el 6 de Diciembre de 2024

VIH/SIDA: 40 años desde el primer caso en Chile

Según las últimas estadísticas de vigilancia epidemiológica del ISP, durante el año 2023 se detectaron 4.795 casos confirmados y 2.246, entre enero y junio 2024.

AGENCIA UNO/ARCHIVO.
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Redacción

Julieta Aránguiz

Académica de la Escuela de Obstetricia y Neonatología UDP y PhD Metodología de la Investigación Biomédica y Salud Pública.

El 24 de abril de 1980, la CDC (Centro de control y prevención de enfermedades) informa que Ken Horne, un residente de San Francisco, presenta sarcoma de Kaposi y el hongo Cryptococcus neoformans, identificándolo en 1981 como el primer paciente de la epidemia de SIDA en Estados Unidos. El mismo año se presenta en Escandinavia un caso similar. Por otro lado, un auxiliar de vuelo canadiense, falsamente considerado “paciente cero”, presenta los síntomas teniendo múltiples parejas sexuales en diversos países, siendo un foco de propagación.

Investigadores realizaron estudios retrospectivos de muestras almacenadas de sangre para pruebas de hepatitis en la década del 70’, observando que algunas de ellas contenían VIH. Comienzan los esfuerzos para comprender este retrovirus, se realizan estudios retrospectivos sobre pacientes fallecidos con sintomatología similar, y por otro lado, nacen las teorías sobre los orígenes del paso de VIH desde el chimpancé al ser humano, siendo la más difundida aquella que vincula la caza y la alimentación de carne de chimpancé con SIV (Virus de inmunodeficiencia en Simios) en África Central. Se situó la mutación del virus hacia la raza humana alrededor de 1930, basados en cálculos evolutivos en el tiempo que tardarían las distintas cepas del VIH en modificarse hasta conseguir la divergencia del virus de una especie a otra, siendo el primer caso conocido de VIH en África, a partir de sangre almacenada en un laboratorio de un individuo de sexo masculino del Congo, alrededor del año 1959.

Para los años 80, ya se había convertido en pandemia, con extraños casos de enfermedades oportunistas en pacientes jóvenes como neumonía por Pneumocystis carinii, infecciones extensas de mucosas por Candida albicans y la aparición de sarcoma de Kaposi, falleciendo casos desde personas desconocidas a celebridades e intelectuales de la época.

Bruce Voeller, ex director de la National Gay Task Force, realizó las primeras investigaciones proponiendo llamar a la nueva enfermedad como síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) e informando que los condones previenen su propagación.

En 1982, el virus se acerca a Latinoamérica teniendo su primer caso en Brasil. En Chile, en mayo de 1984, ingresa un hombre de 38 años por cuadro de diarrea crónica, fiebre alta y lesiones cutáneas a internarse en el Hospital Clínico de la Universidad Católica, falleciendo el 22 de agosto del mismo año. Es así como el primer caso en nuestro país de VIH/SIDA, Edmundo R.R. es expuesto ante su familia y la sociedad, con archivos médicos filtrados y una prensa sensacionalista con titulares iconos de la época, llenos de discriminación como “Murió paciente del cáncer gay chileno” o “Murió el paciente de la enfermedad rara”, rodeando de miedo y estigma. Durante ese año se presentaron 6 casos provenientes de las regiones de Valparaíso, Biobío y Metropolitana, con sintomatología similar, notificándose en la Región Metropolitana en el año 1985 a la primera mujer, en 1987 el primer caso pediátrico (12 años) por transfusión de sangre y en 1989 por transmisión vertical.

La respuesta de la sociedad chilena fue rápida: en septiembre de 1983 se aprueba Decreto Supremo N° 362 en materias de normas relacionadas con enfermedades de transmisión sexual, actualizando el 10 de septiembre de 1984 en su artículo N° 2 la siguiente frase “el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA)”.

El 2 de marzo de 1985, la FDA aprueba la técnica ELISA como la primera prueba disponible comercialmente para detectar el VIH en sangre y en 1987 aprobó la Zidovudina (AZT).

El 27 de octubre de 1988, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y respaldada por la Asamblea Mundial de la Salud y la Asamblea General de las Naciones Unidas declaran el 1 de diciembre como el día Mundial en conmemoración del “Día Mundial del Sida”. A partir de ese momento se considera dicho día cada año para realizar campañas de concientización y reflexión alrededor del mundo.

En 1990, en Chile se crea la Comisión Nacional del SIDA marcando un hito en la lucha contra esta epidemia, incorporando protocolos de prevención de transmisión vertical, consejerías individualizadas y educación grupal. Desde entonces se han implementado diversas campañas de prevención, detección precoz, diagnóstico y tratamiento, sin embargo, la discriminación, acceso en algunos casos y falta de información, siguen siendo barreras para enfrentar de manera precoz y erradicar el virus.

Según las últimas estadísticas de vigilancia epidemiológica del ISP, durante el año 2023 se detectaron 4.795 casos confirmados y 2.246, entre enero y junio 2024, manteniendo la concentración en el grupo de 30-34 años, seguido por 25-29 años, principalmente en hombres. Durante el año 2021 los Estados miembros de las Naciones Unidas adoptan para el 2025 la meta 95/95/95, es decir, que el 95% de las personas viviendo con VIH conocen su estado serológico, de éstas el 95% haya recibido tratamiento y a su vez, el 95% han suprimido su carga viral. Por otro lado, directamente relacionado con la erradicación del virus se encuentra el Objetivo de desarrollo sostenible (ODS) N°3, que busca garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades. Sin embargo, en algunas zonas geográficas más que en otras, se hace necesario recurrir además al cumplimiento de otros ODS que dan importancia a la igualdad de género, educación de calidad, erradicación de la pobreza y del hambre, entre otros.

Actualmente Chile, tanto desde los Centros de Salud Familiar como ONG sobre la temática, cuenta con educación escolar, distribución de condones internos y externos, test de ELISA preferentemente en embarazadas, test rápido de VIH y autotoma, así como la entrega de Profilaxis preexposición (PrEP) en algunos grupos vulnerables. A pesar de que estas iniciativas han contribuido a reducir el número de nuevas infecciones y a mejorar la calidad de vida de las personas que viven con VIH, seguimos teniendo deficiencias: en la educación sexual integral, en la concientización de contagio de infecciones de transmisión sexual en grupos invisibilizados, como las mujeres que tienen relaciones sexuales con mujeres; en la información sobre acceso al examen, sobre todo en el privado, y lograr la distribución de diferentes métodos de barreras, ya sea según prácticas sexuales o en considerar a quienes tienen alergia al látex.

Finalmente, la prevención sigue siendo la estrategia más eficaz para detener la propagación del VIH. El uso de métodos de barrera, la conciencia del riesgo, las pruebas de detección voluntarias y la educación sexual integral, son herramientas fundamentales para prevenir nuevas infecciones. Es tarea de todos(as) quienes se encuentran involucrados (as) en educar, prevenir y diagnosticar de manera precoz, que la información llegue a más personas de manera confiable a quien lo necesite, a su familia y a la sociedad.

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