
La simbología de un rito doblemente milenario tiene una fuerza especial, que contribuye a mantener intactas viejas tradiciones que consolidan un relato determinado.
La elección de un nuevo Papa es uno de esos ritos comunicacionales, llenos de simbolismos y tradiciones, que buscan consolidar un mensaje de poder y estrictamente religioso. Otros ritos cristianos, como la misa dominical o la Navidad, tienen una característica de cotidianidad que ya se ancló en la habitualidad del calendario mundial, sin que ofrezcan mayores comentarios.
Pero la elección de un nuevo Papa es otra cosa. Porque provee la oportunidad de la sorpresa y actúa como un acto de renovación de una doctrina antiquísima.
En la Iglesia Católica han habido 264 papas y 266 papados, porque Benedicto IX fue tres veces papa, en una época medieval, 1032-1048 donde el papado no se elegía a la muerte del sumo pontífice, sino en purgas de poder. Benedicto IX fue elegido tres veces papa, donde -en una época de corrupción papal desatada- llegó a vender el papado, fue luego depuesto de su cargo y, finalmente, excomulgado.
Hay pocos ritos tan fascinantes como la elección de un Papa. Durante el siglo XX parecía que todos los papas tenían que ser italianos, hubo ocho seguidos. Hasta que, en 1978, un polaco -Karol Woytila- se convierte en el Papa Juan Pablo II. Y sus dos siguientes sucesores tampoco fueron italianos, Joseph Ratzinger, alemán, como Benedicto XVI, y Jorge Bergoglio, como el papa Francisco, recién fallecido.
Ha habido tres papas que se consideran africanos, ninguno de raza negra. ¿Será el próximo papado uno que cambie genuinamente de continente y de aspecto del jefe de la Iglesia Católica?
Hay 252 cardenales en la iglesia católica, pero sólo 135 pueden votar, porque hay que ser menor de 80 años para hacerlo.
Tres candidatos africanos han sonado mucho en estos días, el congolés Fridolín Ambongo Besungu, de 65 años. El oriundo de Ghana, Peter Turkson, de 76 años. Y Robert Sarah, de Guinea, de 79 años.
135 votantes que decidirán el mandato del siguiente Papa de la Iglesia Católica, donde conviven posturas conservadoras y otras menos rígidas. Todas en ascuas esperando el humo blanco.