El abuso sexual no es un “accidente”
Ya basta de argumentar que se trata de accidentes que nadie puede prever, y de abordar el problema desde el punto de vista de la reparación a la víctima, ambas concepciones erradas, porque está científicamente comprobado que los abusos sexuales son conductas absolutamente evitables, y porque dar terapia psicológica significa que hemos llegado demasiado tarde.
Señor director:
El asombro y la tristeza rápidamente se transforman en indignación cuando conocemos casos como el abuso sexual a una niña de 14 años cometido por un profesor de educación física al interior de un colegio de Puente Alto. El victimario tenía dos denuncias previas por similares delitos en otro establecimiento de Recoleta.
Ya basta de argumentar que se trata de “accidentes” que nadie puede prever, y de abordar el problema desde el punto de vista de la reparación a la víctima, ambas concepciones erradas, porque está científicamente comprobado que los abusos sexuales son conductas absolutamente evitables, y porque dar terapia psicológica a una persona que fue abusada significa que como sociedad hemos llegado demasiado tarde.
La Superintendencia de Educación recibió el año pasado 101 denuncias por agresiones sexuales en colegios, entre las que se incluyen los delitos de violación, abuso sexual, estupro y corrupción de menores. La mayor incidencia de estas denuncias se registró en la Región Metropolitana, con un 36,6% de los casos. Las siguen las regiones del Biobío y Coquimbo, con el 13,8% y el 9,9% de las acusaciones, respectivamente.
Si bien los establecimientos educacionales tienen la obligación de incorporar en el Reglamento Interno estrategias de información y capacitación para prevenir hechos de connotación sexual, de acuerdo con estas cifras y a casos como el del profesor de Puente Alto, está claro que algo aquí no funciona. La existencia de protocolos, si bien es indispensable, no es suficiente, ya que estos instrumentos deben estar acompañados de procesos de difusión, actualización y otras metodologías activas en la comunidad educativa.
¿Qué está esperando entonces el Gobierno o el Ministerio de Educación para revisar estas estrategias que han demostrado poca efectividad en el objetivo que persiguen? El espacio escolar debe constituirse en un lugar seguro y protector, capaz de responder de manera oportuna ante situaciones de maltrato y abuso infantil. Claramente, no lo estamos logrando.
Ximena Schencke,
Especialista en prevención de abusos sexuales