El corresponsal holandés Chas Gerretsen, en una entrevista realizada por La Tercera, recuerda que el 19 de septiembre de 1973 llegó a la Iglesia de la Gratitud Nacional para cubrir el Tedeum realizado por el Cardenal Raúl Silva Henríquez y al que asistiría la Junta Militar en pleno.
Todo el templo estaba rodeado de militares y en su interior, frente al altar, estaban sentados Augusto Pinochet Ugarte, José Toribio Merino, Gustavo Leigh Guzmán y César Mendoza Durán. Junto a ellos estaban los ex presidentes Eduardo Frei Montalva y Jorge Alessandri.
En esa época Gerretsen tenía 30 años, trabajaba para la agencia Gamma y para la revista Time como corresponsal y fotógrafo de conflictos. “Cuando terminó la guerra de Vietnam me quedé sin trabajo. Por referencia de conocidos viajé a Argentina en barco, pero allá me dijeron que ya había demasiados fotógrafos y que mejor probara suerte en Chile”, y así llegó a Santiago el 8 de enero de 1973.
“No sabía nada de Chile. No conocía a Salvador Allende. Yo estaba buscando una guerra. Venía de una y buscaba otra. Era un fotógrafo de conflictos y cuando llegué no sentí ni percibí nada, al principio”, afirma. Pero con el paso de los meses recuerda que se fueron intensificando las manifestaciones callejeras y las colas para buscar alimentos, hasta que llegó el día del Tanquetazo y finalmente el 11 de septiembre, donde fotografió lo sucedido y escribió todo lo que vio.
El día del Tedeum “yo quería algo distinto, así que resolví fotografiarlos uno por uno. En close up. Como en un retrato. Cuando me acerqué a tomar la foto del general Pinochet, quienes lo rodeaban le sugirieron que se sacara los lentes que tenía puestos, pero él no les hizo caso y les respondió: ‘Yo soy Pinochet’, y se los dejó puestos”.
En octubre de 1973 “me fui porque Chile ya estaba terminado y yo me empezaba a sentir poco querido. Los militares pensaban que yo era un problema, un pain in the ass. Los derechistas pensaban que era comunista, y los de izquierda creían que como era rubio y de ojos azules era fascista”.
“Esa fotografía cambió mi vida. Pasé de ser un fotógrafo más de los que hacen prensa, de guerra, de conflictos, a ser un profesional destacado y reconocido en el mundo”, recuerda el corresponsal, quien prepara una exposición para fines de 2014 o principios de 2015 en conjunto con el Museo de la Memoria.