Obispo Barros se niega a rebajar dinero que diócesis exige a parroquias de Osorno, a pesar de baja en donaciones por su llegada
No solo marchan y hacen liturgias paralelas a la misa oficial. Desde la llegada de Juan Barros como Obispo de Osorno, los católicos decidieron dar un paso aún más concreto: dejar de aportar económicamente a sus respectivas parroquias, dado que un 30% de lo recaudado va a parar a los bolsillos de la diócesis encabezada por Barros, sacerdote acusado de encubrir los abusos sexuales cometidos por Fernando Karadima.
El 21 de marzo pasado cuando se realizó la ceremonia de asunción de Juan Barros como nuevo Obispo de Osorno, se evidenció la polarizada postura de los creyentes entorno al tema. Ese día, Claudia Lobo, dueña de la carnicería La Pradera, siguió de cerca el ritual. Después de participar activamente en la parroquia de los sagrados corazones por 12 años -siete como catequista- ella y su madre decidieron presionar económicamente y dejaron de donar el 1% a la Iglesia Católica. “Dejamos de pagar porque hay un porcentaje que se va a la catedral. Si fuera solamente para mi parroquia sería otra cosa, pero no quiero nada para el obispado”, dice. Y ahora, a más de dos meses de la llegada de Barros, ni siquiera va a la que alguna vez fue su parroquia.
Efectivamente, del 1% que donan los feligreses a las distintas parroquias de la ciudad, el 30% de lo recaudado va a parar a los bolsillos de la diócesis, manejadas por los obispos que designa el Papa. El resto, el 70%, queda para la parroquia. Pero la llegada de Barros cambió la percepción de varios fieles. Esto dado que las víctimas de Karadima lo acusan de ser encubridor y cómplices de los abusos cometidos en esos oscuros días en la parroquia de El Bosque. Algo que se ha vuelto una “espina” para la comunidad católica. Lo que la mayoría piensa: nadie quiere a Barros en ese cargo.
El padre -y ex párroco diocesano- Pedro Kliegel, quien se ha manifestado públicamente contrario a a investidura de Juan Barros, relata que esta baja de donaciones es generalizada en las distintas parroquias de Osorno. A pesar de ello, no está de acuerdo con esta forma de presión: “Hay que ser fiel a la iglesia en las situaciones complicadas, pero los fieles mandan en su propia vida. Esto para mí no es un buen camino, aunque son decisiones personales, de sus consciencias. Yo siempre he dicho que es importante apoyar a su iglesia, sea como sea, porque la iglesia no es el obispo, la iglesia somos todos”.
La petición de los Capuchinos
Fue en abril cuando en la parroquia San Leopoldo Mandic, ubicada a la periferia de Osorno, se dieron cuenta de que la plata no les alcanzaba para sus actividades. Además, hacía poco les habían robado amplificadores, micrófonos y un pedestal. Es por ello que el párroco Máximo Llancafilo, quien pertenece a los capuchinos, congregación que lleva más de 50 años en la ciudad, escribió una sentida carta al Obispo Juan Barros pidiendo ayuda.
En ella expresaba que ese mes habían recaudado $300.000 a través de las donaciones del 1%, lo que no cubría los gastos de la parroquia. Así que solicitaban rebajar el porcentaje que debían entregar obligadamente a la diócesis de un 30 a un 5%. “Estamos ubicados en un sector de bajos recursos, donde la gente percibe ingresos mínimos, hay mucha pobreza, altos índices de cesantía, alcohol y drogas y una gran cantidad de indigentes que acuden al comedor abierto Mateo XXV que nuestra parroquia sustenta desde (…) 1985″, dice la misiva.
La respuesta de Barros fue negativa: “Al momento no se ve posible. Confiemos que Dios mostrará el camino para el futuro y continuemos unidos en el servicio generoso a nuestra amada Iglesia”. Lo que generó molestia entre los seguidores de la parroquia: a los que ya habían dejado de dar su aporte voluntario, se sumaron otros tantos.
Esteban Poza, catequista de la parroquia desde hace cuatro años, fue uno de ellos. “Me complica el tema que Barros esté acá. Yo digo que nadie es culpable hasta que se demuestre lo contrario, pero no ha dado explicaciones de lo que realmente sucedió. Y sobre el 1% dejé de darlo porque mi parroquia necesita más que el obispado”, afirma y explica que seguirá aportando mediante otras vías.
Y si bien en la congregación dicen que aún no saben cuánto ha bajado el aporte, señalan que a fines de este semestre se podrá dar una cifra exacta. Para el párroco Máximo el complejo escenario económico que atraviesan algunas parroquias “se debe a toda esta situación que ha ocurrido en la diócesis de Osorno por la designación de monseñor Barros, la gente en estos momentos está descontenta, no está de acuerdo con la designación y es una señal de protesta”. Protestas que, hasta ahora, en el obispado están lejos de escuchar, más cuando desde la diócesis de Osorno niegan que sus parroquias estén pasando por una crisis económica producto de la baja en los aportes económicos de los fieles desde la llegada de Juan Barros.