Cinco hombres de política desclasifican secretos, anécdotas e historias impensadas junto al ex Presidente Aylwin
Tanto oposición como oficialismo coinciden respecto de la importancia del fallecido mandatario. A partir de la historia que algunos dirigentes políticos tienen con quien fuese una de las figuras claves de la transición, intentan contestar esta compleja pregunta.
“Bueno muchachos. Qué les vaya bien… pero no tan bien, porque si les va demasiado bien a ustedes no me va a ir demasiado bien a mí”. Con esta, entre muchísimas otras anécdotas el senador Andrés Allamand, recuerda a Patricio Aylwin, ex Presidente de Chile, que falleció este martes 19 de abril, cerca de las 10:30 de la mañana, a los 97 años.
La influencia que tuvo el otrora mandatario sobre la política chilena y sus múltiples representantes es indiscutible, tanto en dirigentes oficialistas como de oposición. Encabezó al país al momento de la transición a la democracia, y debió enfrentar un complejo “tira y afloja” con Augusto Pinochet, quien se mantuvo en la comandancia en jefe.
En los esfuerzos que comenzaban a hacerse para terminar con la Dictadura estuvo un joven Allamand, quien junto a uno de los históricos dirigentes y fundadores de RN, Sergio Onofre Jarpa, ofició en pos de la Transición: “Aylwin era un hombre extraordinariamente respetuoso, ponderado, sobrio, y con una gran convicción de que para lograr transitar por el difícil desfiladero de las transiciones, había que estar dispuesto siempre a llegar a acuerdos”.
En esas conversaciones, el senador RN recuerda también que el ex Presidente era “de mecha corta. Se enojaba, de repente se irritaba, pero le duraba muy muy poco, y al poco andar volvía a ser la persona afable que uno conocía”.
Quienes accedieron a recordar su relación con el ex mandatario coinciden en que Aylwin era una persona que era capaz de ser un buen contradictor, justo, pero que no dejaba de hacer ver su punto de vista ante quien fuera, aliado o adversario.
El ex senador Mariano Ruiz-Esquide, correligionario del fallecido ex Presidente, indica que pese a siempre haber pertenecido a sectores distintos a Aylwin, su relación es de respeto y que también pudo contar en algunas ocasiones con su apoyo. “Espero haberle correspondido no con obsecuencia, sino con actitud digna al servicio del partido”, enfatiza Ruiz-Esquide, quien difiere de Andrés Allamand, ya que “no diría que era enojón, diría que era serio, legalista, respetuoso de la opinión ajena”.
Otro demócratacristiano, el diputado Pablo Lorenzini, le debe a Patricio Aylwin una particular costumbre, la que explica con una anécdota. “En el ’64, previo a las elecciones del año siguiente, mi padre era postulante a diputado en la región del Maule, y Aylwin era candidato a senador. Estábamos en Pelarco, conversando con una gente de campo. Me preguntaron quién era yo, y dije que era hijo de don Emilio Lorenzini. ‘Se siente orgulloso, verdad, de don Emilio, un hombre que ha estado con nosotros, hombre de terreno, que duerme aquí en cualquier parte’. Obvio que me sentí orgulloso, pero pasan como 15 minutos y pasa un auto. Sale Patricio Aylwin. Alto, de terno, muy buena pinta, y los mismos que me hablaban de lo bueno de mi padre se interrumpen súbitamente y dicen al frente mío ‘… sí… pero ‘ese’ es un senador’. Por eso, nunca en mi actividad me he sacado la corbata, la chaqueta y la camisa”, indica el diputado.
De la misma zona, el diputado PPD Jorge Tarud, recuerda que su padre, Rafael, también fue senador junto a Aylwin, y en un evento en Talca, en plena campaña, después de haber terminado su agenda, el ex mandatario estaba en una cena. La gente se reunió en el centro de la ciudad, en las cercanías de la calle 1 sur, gritando el nombre del ex Presidente. “Por lo tanto, mi padre, lo fue a sacar de la comida, y se lo llevó inmediatamente. Ahí Francisco Aylwin le consiguió un megáfono. Nunca habíamos visto 10 mil personas en la calle en centro de Talca. La emoción de la gente era muy grande por volver a la democracia”, asegura el parlamentario.
También en una marcha, pero en una muy distinta, el senador de la UDI, Juan Antonio Coloma, tuvo su primer contacto con el ex mandatario. Esto, en el contexto de la oposición al gobierno de Salvador Allende, oposición que también fue encabezada por el fallecido ex Presidente.
“Fue el año ’72. Yo era bien chico, pero me acuerdo en la avenida Grecia, era una marcha de la Confederación de la Democracia, así se llamaba en ese momento donde estaban los partidos de la oposición a Allende, denunciando las violaciones a la institucionalidad que ese gobierno cometía. Y él fue el orador único, y me acuerdo haberlo visto marchar y llegar. Fue la primera visión que tengo de él. Una persona imponente, con sentido de autoridad. Tenía buen discurso”, recuerda el senador gremialista.
¿Fue Aylwin el hombre correcto o indicado para dirigir al país en la transición? El mismo Ruiz-Esquide precisó que a su juicio, Aylwin “hizo lo mejor que podía hacerse en ese momento, y creo que él tuvo algo en lo que los cristianos creemos, yo lo creo, que cuando usted asume con una característica propia, y le dan un alto cargo, usted recibe lo que se llama la ‘gracia del estado’. La gracia de una fuerza superior, que ayuda a ser capaz de enfrentar algo que nadie lo podía lograr”.
Pese a discrepar con él, desde la vicepresidencia de la Cámara de Diputados en los ‘90s, el senador Coloma cree que “fue la persona adecuada a ese momento. Me cuesta imaginar a alguien en ese momento, donde hay cierta euforia detrás, y un cierto atrincheramiento al frente, poder generar un espacio de entendimiento. Y creo que para eso había que tener obviamente un sentido del poder, pero también un sentido y una compresión bien profunda de los dos lados de la democracia y creo que eso lo logró plenamente”.
Para Lorenzini, Aylwin tenía una “mezcla extraña (…) y por eso que tuvo tanto éxito en política. Esa mezcla en saber ser claro y preciso cuando los hechos así lo ameritan, pero también en el cafecito al lado, bajarse de su pedestal y ser una persona normal, humana, conversable, transparente en ese sentido. Creo que en eso, para muchos de nosotros ha sido un liderazgo que nos ha marcado”. Luego, el diputado hace una comparación con los liderazgos actuales, “al menos de la Nueva Mayoría, que no tienen la visión. Las mismas reformas, más allá que pueda o no estar de acuerdo. No es blanco y negro. Tú tienes que tener no es cierto este manejo, estando de acuerdo con tus cosas, pero tienes que saberlas explicar, conocerlas, con un grado de flexibilidad, sin dejar de lado tus principios básicos. Cualquiera de los liderazgos de la Nueva Mayoría, en esa época, habría quizás representado una ruptura mucho mayor. Creo que él se supo manejar y equilibrar”.
“No hay duda de que él fue el gran arquitecto de la transición, porque él, en conjunto con la oposición de la época, tuvo un rol muy importante en entender que la transición tenía que ser una reforma y no una fractura, y por eso, por ejemplo, que muy poca gente se recuerda, todo el mundo cree que la transición chilena se hizo únicamente a partir de un plebiscito. Que es en el que fue derrotado Pinochet. La verdad es que en rigor hubo un segundo plebiscito que fue en julio del año 1989, que fue en el cual le introdujimos un conjunto de reformas a la constitución, que fueron de tal envergadura que permitieron un tránsito pacífico y de plena estabilidad”, indica Allamand, para luego concluir que “Aylwin, junto con (Edgardo) Boeninger, junto con (Sergio Onofre) Jarpa, junto con yo mismo, fuimos muy funcionales a ese propósito, pero no hay duda de que sin Aylwin, la transición hubiese sido distinta”.