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23 de Septiembre de 2016

Las fracturas al interior de RD tras la fuga de los "desencantados"

Desde que RD ingresó al Gobierno como “colaboradores críticos” en marzo de 2014, distintas figuras han ido renunciando a cuentagotas por diferencias políticas con el -ahora- partido. Los sectores más oficialistas y los más críticos a la conducción dejaron de militar, aunque un puñado sigue a la cabeza de la colectividad, preparando lo que será la futura línea política. Esto último, precisamente, ha sido el blanco de críticas tanto de militantes como de ex colaboradores.

Por Daniel Martí­nez G.
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Hace exactamente un año, un grupo de militantes del entonces movimiento Revolución Democrática (RD) decidió presentar su renuncia a la directiva. Todos tenían algo en común: eran funcionarios de distintos ministerios, participaban activamente en la toma de decisiones de RD, aunque poco se conocían entre ellos y menos aún se habían coordinado para tomar esa decisión. Ésta no había sido al azar.

A fines de julio de 2015, RD había decidido convertirse en partido político a través de una votación electrónica que obtuvo un 77,2% de votos afirmativos. El grupo que renunció no estaba de acuerdo con esa resolución y, además, independientemente compartían una dura crítica a la conducción del movimiento, que -dos meses después- significó su salida.

El grupo -de más de 20 personas- no eran simples militantes de base, sino que participaban de las determinaciones de RD, tanto en las comisiones por área, en la coordinación, en comunas y como candidatos a cargos de representación del resto de los “revolucionarios”. Su análisis, al decidir partir del movimiento, apuntaba a dos cuestionamientos principales.

Revolucion Democratica entrego firmas en Servel

La primera tenía que ver con la conducción política, que aseguraban era débil y poco consistente a largo plazo, que se organizaba más “como una ONG con distintas causas”, que con una visión política de país. La otra crítica apuntaba a la ambivalencia de RD en su relación con el Ejecutivo, siendo parte del gobierno como “colaboradores críticos” pero a la vez duros con las reformas y con la propia Presidenta Michelle Bachelet. Era algo que los estaba haciendo sentir incómodos.

Desde entonces, las renuncias a RD continuaron y se mantuvo la puerta abierta para otras salidas de varios militantes del partido que seguían trabajando en el Gobierno. Según varios ex colaboradores, que en su mayoría hoy militan en el Partido Socialista, un grupo de al menos 15 personas ha mostrado sus intenciones de renunciar antes de fin de año por diferencias de criterio sobre cómo está avanzando hoy RD.

Al interior del partido aseguran que no tienen un registro de las renuncias de cuando éste era movimiento. Como partido político, oficializado el 28 de junio pasado, el Servicio Electoral (Servel) sí tiene estadísticas: en ese mismo junio registran 5 renuncias, mientras que en julio suman 16 más.

Si bien son cifras bajas al compararlas con otros partidos, éstas instalan una duda: por qué un movimiento o partido con alta evaluación ciudadana, con personajes con alta aprobación ciudadana y, sobre todo, nuevo comienza a mostrar síntomas de desafección similares a los de las colectividades tradicionales. Y la respuesta, según militantes y ex militantes, apunta a una “borrosa” hoja de ruta política e ideológica que ha instaurado RD desde el comienzo.

La estampida

Quienes han renunciado o pretenden hacerlo, plantean tres momentos en que han ocurrido estas salidas. El primero apunta a la decisión de dejar de ser un movimiento político y transformarse en partido, tras lo que muchos decidieron alejarse, sobre todo quienes ya militaban en colectividades formales y prefirieron “disputar la política desde esos lugares”. Según explican, RD no los sedujo porque “no había una línea clara de lo que buscaban”.

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La segunda estampida ocurre en medio de la crítica a una supuesta “ambivalencia de la directiva”, donde hay un exceso de causas a modo de ONG (educación, salud, derechos sexuales), pero “sin una línea política clara sobre cómo actuar”, lo que -aseguran- se observaba en el hecho de que estaban colaborando en el Gobierno pero con un pie afuera y reafirmando constantemente que no eran parte de la Nueva Mayoría. “Estaban pero no estaban”, critica en privado uno de los que renunció.

Muchos de esos críticos eran “bacheletista” que habían adherido al movimiento como independientes pero seducidos por un espacio nuevo y de jóvenes con principios de izquierda, pero que comenzaron a ver de a poco como la mayoría se empezaba a distanciar de La Moneda, algo con lo que no estaban de acuerdo. Ése fue uno de los primeros grupos que mostró diferencias.

El tercer momento -relatan- fue comenzar a ver diferentes facciones o tendencias al interior de RD, algo que esperaban que no ocurriera allí. Uno de estos sectores es conocidos como “los Pantalones Largos”, al que pertenecen figuras como el presidente del partido, Sebastián Depolo; la ex agregada cultural Javiera Parada y Miguel Crispi. Son más cercanos a dialogar con la NM y con el bacheletismo.

En un polo opuesto están los “territorialistas”, que plantean total autonomía de partidos tradicionales. Y en un plano intermedio se ubican los “terceristas”, que si bien se oponen al diálogo con el oficialismo, son conscientes de la necesidad de los acuerdos políticos. En este grupo está el diputado Giorgio Jackson.

Los tres escenarios descritos han sido detonadores de la mayoría de las salidas. Hoy, muchos de los renunciados son militantes de otros partidos, sobre todo del PS. Y casi todos miembros del lote bacheletista siguen trabajando en el Gobierno, al que aseguran llegaron a trabajar “a pesar de RD” y no como consecuencia de la colaboración crítica que mantuvieron por casi dos años.

El desembarco en el Gobierno fue transversal en la mayoría de los ministerios. En Interior, por ejemplo, destaca Ricardo Montero, jefe de gabinete de Mario Fernández (y antes de Jorge Burgos); también Uriel González, Carolina Garrido y Cristián Sanhueza. A la Secretaría General de la Presidencia, llegaron otros como Cristián Alzamora, Ricardo Mena (quien fue parte de la comisión de reformas políticas de RD), Manuel Aris -quien era adherente y renunció en enero a ese cargo- o Rodrigo Mora, este último presidente de la Comisión Defensora Ciudadana y Transparencia.

Todos ellos fueron parte decisiva en los equipos del movimiento. Hoy miran con recelo “la línea difusa” por la que creen atraviesa hoy RD.

Apoyar a Bachelet o ser oposición

Las razones de las renuncias y las críticas de los militantes vienen desde dos sectores totalmente opuestos, dos almas que convivían -y aún conviven en menor medida- al interior de RD. Por un lado, el grupo más bacheletista critica la ambigüedad con la que actuaron desde que se sumaron al Ejecutivo.

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Rodrigo Mora, de la Segpres, fue uno de los primeros en abandonar RD cuando era movimiento. Luego se incorporó al PS. Semanas atrás criticó en El Líbero que el potencial de RD es “mutante”, porque “no son lo que busca la Nueva Mayoría, ni la antigua Concertación ni Chile Vamos” y que “ellos han izquierdizado su proyecto político”, explicando de alguna forma su salida.

Otro de los funcionarios que renunció el año pasado explica en privado: “La mayoría renunciamos porque son muchos eslóganes bonitos, pero un exceso de asambleísmo y desafección porque no sabíamos hacia dónde iba el busque. Y cuando se salieron del Gobierno, ahí se profundizó la pérdida de credibilidad”.

El grupo bacheletista no perdonó que la mayoría de los miembros de RD comenzaran a dar un paso al costado. De hecho, uno de los renunciados envió su carta de desafiliación en septiembre del año pasado cuestionando que en su momento haya habido tanta “resistencia a apoyar propuestas que iban muy en la línea del pensamiento que se desarrollaba en RD” y que ofrecía Michelle Bachelet como candidata de la Nueva Mayoría.

“Era una oportunidad histórica para sumarse al gobierno más reformista de los últimos 30 años en Chile”, explicaba la misiva de ese funcionario y criticaba que hayan comenzado a “rasgar vestiduras cuando el Gobierno se ve obligado a moderar estas reformas”. “Se debe operar con convicciones claras y sin titubeos ideológicos. La confianza se genera hablando claro desde una posición definida y con transparencia de ideas”, criticaba. La opinión era compartida por la mayoría de ese sector y daba cuenta del desencanto sobre lo que creían que era Revolución Democrática.

Al lado opuesto de ese grupo está la cuadrilla que cuestiona la orgánica, la poca conducción política y el personalismo en torno a pocas figuras. Un funcionario de la Segpres lo grafica así: “RD funciona como una franquicia, que se van abriendo en distintos puntos, pero que no tienen mucho diálogo entre ellos ni entre los frentes y que van ocupando la marca Revolución Democrática para ganar espacios en la opinión pública”.

Un abogado de Interior asegura que hay un exceso de “autonomía, tendencia a los discursivo y no hay política de país”. Otro, también en privado, acusa personalismos en torno a nombres claves, como Giorgio Jackson o Noam Titelman. “Los tienen al frente como liderazgos mesiánicos, formando lotes sin ideología o táctica política y son funcionales a la cuña para figurar”, afirma.

Militantes actuales de RD corroboran ese pensamiento y las críticas a la conducción. En esa línea, es vox populi que esas figuras y otras más mediáticas serán las cartas del partido a las Parlamentarias 2017: Giorgio Jackson irá a la reelección y lo más probable es que Javiera Parada vaya con él en el mismo distrito como dupla; también se evalúa a Depolo, Crispi y a Pablo Paredes, ex coordinador nacional de RD, para candidaturas en la región Metropolitana.

El presidente de Revolución Democrática, Sebastián Depolo, dice que es legítimo que exista este tipo de diferencias. “Por lo mismo, si no estás de acuerdo, estás en tu derecho de salirte de un movimiento o partido, porque estar en él es un acto voluntario”, argumenta. Y agrega que “si se trata de hacer un punto político, prefiero no responder”.

El último reducto de RD en el Ejecutivo

A fines de mayo, Revolución Democrática anunció que dejarían la “colaboración crítica” con el Gobierno y pasarían a la oposición. Salieron del Gobierno Miguel Crispi, Gonzalo Muñoz, Francisco Martínez, Francisco Pinochet, Carlos Figueroa, entre otros, quienes tenían importantes cargos en la administración de Bachelet -sobre todo en el Mineduc-, con sueldos que en promedio superaban los 3 millones mensuales.

Pese a la bullada “salida” del Gobierno para dedicarse a oficializar el partido -que supuestamente ya no estaba en sintonía con el Ejecutivo-, no todos los militantes de primera línea dejaron sus cargos.

Varios de los miembros de la directiva, frentes, coordinadoras y tribunal supremo continúan en puestos importantes de la administración bacheletista. Es el caso de Catalina Amenábar, coordinadora de Inserción de RD, asesora de la subsecretaría de Educación; Javiera Martínez, asesora de la misma repartición, quien participó en la campaña de Jackson; Carolina Pérez, consejera política de RD y hoy del gabinete de la Dibam; Giovanna Roa, jefa de gabinete de Fonasa y hoy coordinadora del Frente de Acción Pública de RD.

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A ellas se suma Emilia Ríos, asesora del Ministerio del Deporte y coordinadora territorial de Ñuñoa de RD; Bernardo Valdés (hijo del ex canciller Juan Gabriel Valdés), hoy asesor del Gobierno Metropolitano de Santiago, candidato a concejal en Providencia y coordinador de Cultura de RD; Rocío Donoso, funcionaria del Ministerio del Interior y consejera política de RD; y Fabián Farías, miembro del Tribunal Supremo, es asesor de la subsecretaría de Servicios Sociales. Además, la ex ministra de Cultura Claudia Barattini, quien hoy es agregada cultural en la embajada de Chile en México.

Depolo explica que todos los cargos “que tenían responsabilidad política ya salieron del Gobierno” y que no ven “mayor problema con que colaboren donde no hay incidencia política”, pese a que la mayoría de los que mantienen sus cargos trabajan directamente en el diseño de políticas y en la reforma educacional.

Por ésta y otras razones, a fines de noviembre o comienzos de diciembre, Revolución Democrática tendrá un “congreso estratégico” donde definirán las políticas de alianza para los próximos dos años, como se hizo para definir la cuestionada “colaboración crítica”. Allí se podría definir el futuro de los miembros de RD en el Gobierno y afianzar una línea política en una hoja de ruta más clara.

En ese congreso, además, definirán si se unen con el Movimiento Autonomista y otros en un Frente Amplio de Izquierda y también si llevarán algún candidato a las presidenciales. Aunque Depolo lo desmiente de manera pública, al interior del partido ya circulan algunos nombres que están siendo sondeados informalmente y que varios militantes empujan con fuerza: Cristián Cuevas -por parte del Frente- y Benito Baranda.

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