Cómo fue el rápido ascenso de Guillier, el candidato que pretendía continuar el legado de Bachelet
Encumbrado en las encuestas como el más creíble, el senador independiente se había transformado hace más de un año en la mejor alternativa del oficialismo para continuar en La Moneda, aunque no era la figura que todos esperaban. Sin embargo, los esfuerzos de la Nueva Mayoría no fueron suficientes para continuar el gobierno de Bachelet.
El 28 de enero de 2013, el periodista Alejandro Guillier -conductor entonces del programa Hora 20 en La Red, junto a Beatriz Sánchez- anunciaba en un diario local de Antofagasta sus intenciones de ingresar a la política, principalmente siguiendo un escaño en el Senado por esa región. Siempre habló de ser un independiente, aportar desde ese lugar; una característica que no dejaría de repetir desde ese día.
“Si gano, gano, y si no, ayudamos a los demás. Si la ciudadanía prefiere a otro, seguiré colaborando en otras cosas”, decía. Poco más de un mes después, el sábado 2 de marzo, el Partido Radical anunciaba con bombos y platillos que apoyaría la candidatura del lector de noticias, luego de que el Consejo Nacional de la colectividad apoyara la idea de inscribirlo como candidato independiente en el cupo que dejaría José Antonio Gómez, quien planeaba dejar el Congreso y luego asumiría el Ministerio de Justicia.
El comunicador manifestó su agradecimiento por la decisión del partido de apoyar a un independiente “que encarna los valores y principios del socialismo democrático en Chile”. El lunes siguiente, Guillier anunció en pantalla su renuncia al canal, con una emotiva despedida hecha por Beatriz Sánchez.
En aquellas elecciones, el periodista obtuvo un 37,06% de los votos, alta votación que permitió asegurarse un escaño y doblar la lista competidora -bajo el sistema binominal-, arrastrando al senador Pedro Araya. En el Senado se ubicó como independiente cercano a la Nueva Mayoría, aunque con varios episodios que lo distanciaron y lo terminaron por ubicar en el comité de independientes del Senado, junto a Carlos Bianchi y Lily Pérez.
Un proceso muy similar a su ingreso a su política se repitió cuatro años después. El bloque oficialista se encontraba en un vacío de figuras potencialmente ganadoras que asumieran el desafío de competir con Chile Vamos y la candidatura de Sebastián Piñera -quien ya llevaba un rato como candidato en las sombras y asomaba como triunfador-. Además, en un contexto donde el Frente Amplio estaba recién en gestación y ni en los sueños de sus dirigentes aventuraban la votación que obtuvieron en las pasadas elecciones.
Siendo senador, en el Partido Radical notaron su potencial -en un contexto de desprestigio de la política- y lo comenzaron a encumbrar. La creciente popularidad de Guillier en la calle, no así al interior del Congreso- permitió que comenzaran a ser sondearlo en encuestas electorales con resultados que encendieron los ánimos de la Nueva Mayoría y la posibilidad continuar en el poder tras el gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet.
El mismo Guillier había reconocido que no se sentía cómodo en el Senado, con un formato de trabajo distinto al tradicional; no había de esa fraternidad masona que acostumbra. En las bancadas oficialistas tampoco lo reconocían exclusivamente como uno de los suyos, ya que en su agenda regionalista se había aliado con sectores más de centros. Pero la encuesta del Centro de Estudios Públicos de julio-agosto de 2016 cambió el escenario.
El think tank decidió incluir al senador en la evaluación de personajes políticos, donde obtuvo un 44% de valoración positiva y encabezando la lista. Siete puntos más atrás aparecía Sebastián Piñera y los diputados Gabriel Boric y Giorgio Jackson. En la pregunta quién le gustaría que fuese presidente, alcanzaba un magro 1%, lo que fue revertido rápidamente en la medición siguiente.
El ingreso de Guillier a la primera línea también activó las candidaturas de los sectores que miraban con malos ojos que un afuerino de la política tomara la posta, entre ellos el de Ricardo Lagos Escobar y Carolina Goic. Sus dos recelosos competidores cuestionaban su ascenso y buscaban disputarle el espacio de poder que se expandía veloz.
En las semanas siguientes, otras encuestas como Cadem -las mismas que hoy son cuestionados por sus apuestas para la primera vuelta- comenzaron a preguntar por su opción presidencial. Todo lo que vino después fue rápido: el Partido Radical lo confirmó como su candidato presidencial para las primarias oficialistas, que nunca se realizaron, y tras algunas definiciones de los partidos amigos, Guillier -el afuerino de la política- terminó por convertirse en la carta de todas las colectividades del bloque, a excepción de la Democracia Cristiana.
“El mejor candidato que pudimos tener”
Pese a todo, a lo largo de la campaña entusiasmo no es precisamente lo que generó en algunos sectores del oficialismo la figura de Guillier, dejando en claro cada vez que pudieron que “es el mejor candidato que pudimos tener”, no necesariamente el que la vieja guardia hubiese deseado y que generó varios distanciamientos en la campaña.
A esto se suma la tensa relación que hubo con los partidos al inicio de la campaña. Guillier siempre insistió en que era un candidato independiente que contaba con el respaldo de partidos políticos del oficialismo. Varios sintieron, han reconocido varios dirigentes, un “ninguneo” en el proceso de recolección de firmas que le permitió inscribir su candidatura ante el Servicio Electoral.
Postura similar con los partidos fuera del bloque tuvo Guillier, quien rechazó constantemente ir a buscar los apoyos del Frente Amplio después de la primera vuelta, apuntando estratégicamente a las personas que dieron su apoyo a Beatriz Sánchez y no a las cúpulas frenteamplistas. Salvo algunas gestos programáticos, el senador no corrió a abrazar ese sector como muchos dirigentes del tercer bloque esperaban.
Los giros y vueltas que dio en distintas materias, como en la condonación de la deuda del Crédito con Aval del Estado a algunos sectores, también lo hicieron blanco de críticas por los contenidos de su programa de gobierno, el supuesto compendio de propuestas que tuvo gran parte de la primera parte de la campaña y el posterior diseño de un libro con su visión.
A contar de este lunes, Guillier regresará al Senado por los cuatro años que quedan para concluir con su periodo representando a la región de Antofagasta, donde probablemente termine su carrera pública. Días atrás, el senador afirmó: “Pase lo que pase, en cuatro años dejaré la política”.