Fernando Atria: “La Convención fue un reflejo de la situación política chilena”
El convencional reconoce que muchos de los actuares de sus pares llevaron a un aumento de la intención de voto en contra del proyecto de nueva Constitución que presentarán el próximo lunes 4 de julio pero está confiado que, una vez disuelta la Convención, la campaña se trasladará al plano de las ideas donde podrán recuperar el terreno perdido y emerger victoriosos.
Esta es una entrevista por Zoom. Cuando prende la cámara, Fernando Atria (Ind-FA), con su biblioteca de dos pisos como fondo, da las últimas caladas de un cigarrillo que tiene en la mano y lo apaga. El convencional sonríe y comienza a explicar el por qué cree que el proyecto de nueva Constitución, que será presentada el próximo 4 de julio al presidente Boric, es “la Constitución que Chile necesita”. Esa frase, que se repetirá varias veces a lo largo de la entrevista, parece ser una máxima que resume sus 12 meses de trabajo.
“Yo creo que la propuesta es una buena nueva Constitución. Está bien. Eso por cierto no quiere decir que sea perfecta, pero es una constitución que responde a las necesidades de Chile. Por lo mismo, estoy muy satisfecho con la propuesta constitucional”, dice.
Tras el último pleno de la Convención, varias modificaciones y reformas quedaron fuera, dejando desilusionados a varios sectores. Una de las más polémicas fue la indicación de nacionalización de la minería, presentada por María Rivera (Coordinadora Plurinacional) y de la cual Atria dice que, en la forma en la que el régimen minero está codificado en el actual proyecto, es lo correcto, pues deja al Poder Legislativo la tarea de regular la actividad.
“Suele decirse que esta es una constitución maximalista que fija demasiadas cosas con rango constitucional y yo creo que ese es un juicio apresurado. Es verdad que es una Constitución larga, pero no es una Constitución maximalista en el sentido de que prive a la política democrática de ir decidiendo sobre el país”, explica. De acuerdo al académico de la Universidad de Chile, esta propuesta de nueva Constitución tiene “contenido mínimo constitucionalmente fijado y el resto entregado a la legislación”.
-Sobre el proceso que viene, ¿cuál es el rol que van a jugar los ahora ex convencionales en el proceso previo a la elección?
-Los constituyentes en general estamos en una buena posición para explicar el contenido del proyecto constitucional y yo esperaría que los convencionales, en general, asumieran esa función, porque sabemos, porque ya ha empezado, que como parte de la campaña del Rechazo van a aparecer continuamente alegaciones de lo que la Constitución diría o no diría, o haría o no haría, lo que según la imaginación de quien hace la interpretación puede llegar extraordinariamente lejos. Se ha dicho, por ejemplo, que la protección del derecho a la vivienda, que es un paso significativo respecto de la Constitución de 1980 que no la reconocía, niega la propiedad privada sobre la vivienda, lo cual manifiestamente absurdo. Entonces, esa es una, hay otras más, de interpretaciones que, de modo más o menos imaginario, se han ido realizando como parte de la campaña.
Y para enfrentar esa hay una labor de información sobre el contenido del proyecto para la cual los convencionales que participamos en la discusión estamos ubicados en una posición extremadamente ventajosa. Por lo demás, qué rol político jueguen los convencionales, no puede decirse. Algunos jugarán un rol más significativo, otros menos, pero eso ya no es decisión de los propios convencionales. Eso ya es diseño de la campaña. Y eso no le corresponde a los convencionales como tal. Nosotros dejamos de serlo el próximo lunes.
Luego del lunes, los planes de Atria se concentran en volver a la vida académica, en la Universidad de Chile como profesor de Introducción al Derecho y compatibilizar su tiempo libre con el rol de divulgador de información sobre el proyecto constitucional.
Sin embargo, el convencional también es crítico de lo que fue el actuar de muchos de sus pares, reconociendo esto como uno de los principales factores de aumento de la intención de voto del Rechazo. “Yo creo que el proceso de la Convención misma, por distintas razones, algunas más graves que otras. Unas muy visibles y no tan graves, otras visibles y muy graves. Estoy pensando desde la mentira de Rojas Vade hasta los votos en la ducha y los sahumerios, pasando por el grito de traidores en el Pleno y cosas de ese tipo, yo creo que la Convención fue mostrando prácticas que produjeron alejamiento de la ciudadanía respecto de ella”, afirma.
A pesar de esto, dice que es injusto culpar de todo a la Convención: “Creo que la Convención, en ese sentido, fue un reflejo de la situación política chilena, porque el proceso constituyente fue el paso necesario para empezar a salir de una crisis profunda que hay en Chile. Entonces, pensar que la Convención iba a ser un momento en que todo íbamos a encontrarnos en la amistad cívica y discutir sesudamente y llegar a consensos que después serían aprobados con el 80% de los votos, aunque era una idea bella, por cierto, era totalmente surrealista”.
Desconexión entre el sentir popular y la política
-Extrapolando lo que dice, si la Convención fue el reflejo de un Chile fragmentado ¿Ahora es el momento en que se podrá escuchar ideas?
-No, yo creo que la campaña será una campaña dura, y digo dura usando un calificativo suave. Ya hemos visto distorsión y manipulación de los contenidos de la nueva Constitución. Es decir, cosas tan absurdas como que la Constitución garantiza el derecho a reunión en espacios públicos y privados significaría que todas las personas están autorizadas para celebrar reuniones en cualquier casa de cualquier persona sin pedirle su autorización. Eso es un absurdo. Pero han salido y van a seguir saliendo interpretaciones de ese tipo. Y por lo mismo va a ser una campaña dura que va a tener que enfrentarse a distorsiones del contenido. Y eso hace que sea tan importante que nos centremos en transmitir la idea de que la Constitución es buena para Chile. Lo que yo estoy diciendo no es que este vaya a ser un momento de paz y comunicación. Lo que estoy diciendo es que el foco de la discusión ya no va a ser lo que está pasando en la Convención, porque ya va a haber quedado atrás. No, el foco va a estar en el contenido de la Constitución, y en la medida en que el foco se mantenga en eso, va a jugar en favor del Apruebo.
Desde su mirada, el principal problema que deberá hacer frente nuestro país es la crisis institucional que estamos viviendo, donde existe una desconexión entre el sentir popular y la clase política, entre la ciudadanía y las instituciones. “Esta crisis es una de convivencia política, que está largamente documentada en nuestras ciencias sociales. Autores como Manuel Antonio Garretón hablan de una sociedad peleada, Kathy Araujo habla de una sociedad que es un archipiélago, el cientista político Juan Pablo Duna habla de una sociedad quebrada. Y este proceso era para empezar a reparar esta crisis. Y la pregunta central, porque todo lo demás se puede conversar y son cosas de segundo orden, pero la pregunta central es ¿es esta una Constitución que va a servir para que Chile empiece a salir de esa crisis y comience a reconstruir su convivencia política? Mi respuesta a esa pregunta es sí, esta es la Constitución que Chile necesita”, afirma.
Según él, este no es un fenómeno nuevo, sino uno que se viene arrastrando hace ya bastante tiempo. No data del 18 de octubre del 2019, sino de mucho antes. “Todos los que tenemos memoria de la primera gran marcha, que no fue la de los estudiantes del 2011, sino por HidroAysén”, afirma.
“Porque la crisis tiene en su origen una cuestión que es central, no solo el 18 de octubre y los días que siguieron, sino también en lo que llevó a esa crisis: una experiencia generalizada de abuso. Y el abuso es unilateral. El abusado sabe que él no cuenta y que hay otro que sí, que es el que abusa. Y cuando esa experiencia se generaliza, entonces la convivencia pasa a ser una convivencia unilateral que cede en beneficio de unos y perjudica a otros. Esa es la experiencia fundamental que está detrás de la crisis. No es la única, por cierto, pero es fundamental”, agrega.
Y está convencido de que el trabajo realizado en la Convención durante el pasado año, el proyecto que presentarán, será el primer paso para empezar a sanar como país.
-Habla de plurinacionalidad, de regionalismo, de estado ecológico y paritario ¿cómo pasan de todos estos conceptos que racionalmente hacen sentido, pero emocionalmente afectan de manera profunda?
-Por cierto, que hay cierta aprensión frente a cambios significativos. Y por cierto que hay quienes no están interesados en compensar o explicar que ese cambio no justifica esas aprensiones, sino en aumentar y magnificar por razones correctas o no ese temor. Entonces, claro, la plurinacionalidad se presenta como si fuera el paso anterior a la secesión territorial. Lo mismo con el Estado Regional. Lo que se llama plurinacionalidad es reconocer que el Estado Chileno les pertenece a distintas naciones, donde aquí nación no significa país. No es una característica que esté siendo inventada por la nueva Constitución ni tampoco es una cosa que solo venga de países como Bolivia y Ecuador. En Nueva Zelanda, Canadá y Estados Unidos se habla desde hace mucho tiempo de “primeras naciones” ¿Y por qué se habla de nuevas naciones? Porque hay varias. Una nación en este sentido es un conjunto, una colectividad que tiene existencia política y esa ha sido la demanda de reconocimiento de los pueblos originarios desde hace mucho tiempo. Y sin ello, la posibilidad de entrar en una nueva relación con ellos es remota. Y así como va a que haber que explicar cuál es el sentido y la importancia de la plurinacionalidad, también habrá que hacerlo con los derechos sociales y del Estado Social y Democrático de Derecho, porque habrá quienes saldrán a decir que esta es una lista para el viejo pascuero, que nada de esto se puede financiar, que todo es falso. Habrá que explicar que estas son las condiciones de legitimidad de una sociedad como la chilena. Y por cierto eso habrá que explicarlo y transmitirlo en la campaña. ¿Cómo se hace eso de la manera más eficaz? Eso es una cuestión de diseño estratégico para la cual quienes fuimos convencionales no tenemos ningún valor agregado. Habrá que pensar la campaña para transmitir esta idea de que es posible salir de la crisis y para eso es necesario esta nueva Constitución.
“El pueblo unido avanza sin partidos”
-Cuando usted dice que hay que comenzar a pensar en cómo transmitir las ideas ¿Van a hacerlo por medio de los partidos políticos?
-Por cierto que sí. Yo esperaría que los partidos que conforman la Convergencia Progresista y Apruebo Dignidad son partidos que están comprometidos con la nueva Constitución, pero no serán solamente ellos, también organizaciones sociales, entre otros. Esto va mucho más allá de los partidos.
-Pero en el último pleno, tras el cierre, uno de los gritos que se escuchó en la Convención fue “El pueblo unido avanza sin partidos”. Entonces, el mensaje parece confuso ¿no?
-No, yo creo que eso también es parte de la crisis en la que estamos. Es una que afecta a todas las instituciones que articulan la convivencia política. Para qué vamos a hablar de qué tan estimado es el Parlamento, y los partidos tampoco lo hacen tan bien. Son instituciones que son parte de la crisis. Dentro de la Convención había un sentimiento muy expandido, en un cierto sector que era fundamentalmente el mundo independiente, no todo, pero parte importante; que tiene una visión extremadamente crítica de los partidos. Y por cierto que va a ser difícil pensar en una campaña conjunta. Pero en la nueva Constitución, los partidos que están por un nuevo ordenamiento, y esas organizaciones, por mucho que miren a los partidos con distancia, en la Constitución nos vamos a encontrar, en el Apruebo. Y esa es una manera en que se contribuye a restablecer vínculos que hoy están cortados.
Chile estaba en una crisis profunda, Chile estaba feliz de haber encontrado un camino de salida y si gana el rechazo sería la constatación de que ese camino no era tal”.
El acto del lunes 4 de julio no ha estado exento de polémicas, siendo la principal la no asistencia de los ex presidentes, quienes originalmente no fueron considerados por la mesa y luego, tras ser invitados, rechazaron asistir. Para Atria, que espera dejar ese impasse atrás, el acto debe ser un reflejo del trabajo realizado, una ceremonia “respetuosa y republicana”. Luego de eso, comienza la campaña. Una que, según él, parten en desventaja puesto que “el Rechazo lleva mucho tiempo funcionando. Nosotros partimos más tarde porque estábamos trabajando en la redacción constitucional. Estábamos haciendo la nueva Constitución”, afirma.
-Pero también había constituyentes trabajando en la Convención que son del Rechazo.
-Yo creo que mucho menos. Yo creo que los constituyentes que están por el Rechazo hace mucho tiempo dejaron de trabajar por una nueva Constitución y empezaron a preparar el camino al Rechazo. Así que incluso dentro de los convencionales, hay una ventaja de ellos para los efectos de ellos para la campaña. Pero hemos estado en este trance antes, enfrentados al enorme poder fáctico de quienes están por mantener las cosas como están muchas veces. Estuvimos en el 5 de octubre del 88 y la última fue para la segunda vuelta presidencial. Cuando ha importado la cuestión no ha sido decidida por el poder fáctico, y así será en septiembre.
-Pongámonos en el escenario menos favorable para usted: gana el Rechazo ¿Qué pasa ahí?
-A ver, aquí de nuevo ha habido muchas distorsiones. Cuando Jaime Bassa dijo que el creía había una crisis si ganaba el Rechazo le dijeron que estaba haciendo campaña del terror. Así que yo no quiero decir lo que creo que va a pasar si se cumple ese escenario. Lo que sí podemos es sacar las conclusiones de lo que hemos estado conversando: Chile está en una crisis profunda que afecta a una sociedad quebrada, estallada; un archipiélago. Es una de las razones por las cuales, en su momento, el proceso constituyente fue celebrado por prácticamente todos como un acto de madurez de la clase política que fue capaz de encontrar una vía de salida a la crisis. Esa fue la apreciación del proceso constituyente, porque todos veían esa crisis, todos veían la necesidad de encontrar una salida a esa crisis y todos vieron en este proceso el camino. Por supuesto, ahora hay opiniones distintas, pero ese no es el punto. El punto es que, si gana el Rechazo, ese camino de salida va a probar haber sido un callejón sin salida ¿Qué pasa cuando tenemos una crisis, encontramos una vía de solución y nos damos cuenta de que eso no soluciona nada? Yo no voy a responder esa pregunta, porque cualquier respuesta que yo dé me van a acusar de cosas. Yo simplemente digo lo que estamos todos de acuerdo: Chile estaba en una crisis profunda, Chile estaba feliz de haber encontrado un camino de salida y si gana el rechazo sería la constatación de que ese camino no era tal.
-Pero bajo ese escenario, suena como una sociedad media esquizoide.
-Yo no voy a decir nada respecto a eso. Que la conclusión la saque el lector, porque si no me van a acusar de cosas. Yo creo que el hecho de que la nueva Constitución es el camino para salir de la crisis, no para solucionarla. Evidentemente que, si se aprueba en septiembre, no va a solucionarse de inmediato, porque esta es una crisis profunda. Pero sí creo que nos pone en camino de superación de la crisis.