
Originalmente limitados a las matemáticas, los algoritmos se han convertido en responsables de decidir qué leemos, vemos, escuchamos, con quién salimos o en qué forma nos movemos por las calles. Esto supone una mejor navegación del mundo digital, optimizando nuestras interacciones y experiencias. Este artículo trata sobre su evolución, el impacto en nuestras vidas, cómo afecta nuestras decisiones diarias, y la diferencia crítica entre “métricas de vanidad” y “engagement” en nuestras interacciones digitales.
He visto el desarrollo de plataformas y sistemas desde los primeros días, pasando por herramientas de medición manuales hasta motores inmensamente potentes que deciden qué contenido mostrarle a la audiencia. Hoy, en el controversial y maravilloso mundo del mundo digital, el algoritmo es el “Rey” indiscutido. Pero, como si se tratara de un funcionario público, ¿cuán conscientes estamos de su gestión, alcance, origen o la medida de su influencia en nuestra toma de decisiones? Intentaré repasarlo paso a paso para entender este enigma.
¿Qué es y de dónde proviene?
Por definición un algoritmo es un conjunto limitado de instrucciones lógicas, precisas y secuenciales para hacer algo; es una serie de pasos que sigue un sistema para resolver los problemas dados o tomar decisiones. Podemos actuar sobre estas instrucciones como humanos o máquinas (por ejemplo, una computadora), y originalmente fueron hechos para organizar o automatizar procesos en varios campos que requieren lógica, como las matemáticas y la informática, o carencias de ella, como la vida diaria.
Básicamente, podríamos analogarlos como una receta de cocina. Así como una receta presenta instrucciones paso a paso para preparar un plato, un algoritmo nos dice una lista de pasos a seguir para obtener un resultado.
Los algoritmos ancestrales
El origen de los algoritmos se remonta a las matemáticas babilónicas. Los algoritmos ahora se han vuelto parte integral de nuestro día, ya sea en computadoras digitales o en un ámbito más amplio, convirtiéndose en la base de las innovaciones que vemos hoy en día, que van desde las redes sociales hasta la inteligencia artificial, y se ha acelerado tras el desarrollo de la computación digital en el siglo XX.
La evolución de tales algoritmos como los conocemos comenzó en los 2000 con plataformas como Facebook (2004) y Twitter (2006), que los adoptaron para curar contenido y maximizar el tiempo que los usuarios pasan en ellas.
¿Por qué necesitamos considerar a los algoritmos?
Hoy en día, son un activo estratégico. Vivimos en una era donde las redes sociales y aplicaciones de entretención o de compra están a 24/7 en nuestro entorno. Los algoritmos son usados por plataformas y aplicaciones para personalizar experiencias, sugiriendo contenido que realmente interese a los usuarios.
Al saber cómo piensan, creamos mensajes que les son familiares y tocan sus emociones; no solo llamativos sino también significativos. La clave para cambiar cómo navegamos el mundo digital radica en dominar los algoritmos.
Algoritmos en redes sociales
TikTok
Una de las maravillas más fascinantes de la tecnología moderna es el algoritmo de TikTok. No se trata tanto de a quién conoces, como en otras plataformas, sino de vos y tu comportamiento. Suelo decir que la esencia de TikTok late al ritmo de un PENSADO PARA VOS altamente personalizado. Cada vez que interactúas con un video, ya sea pausándolo para verlo o compartiéndolo, el algoritmo aprende un poco más sobre vos.
Con insights como el tiempo de visualización y repetición, TikTok se convierte en un curador de experiencias, proporcionando a tu feed contenido que mantiene tu atención y curiosidad al máximo. Aquí es importante dejar claro la importancia de tener un criterio formado sobre el uso de las redes, ya que se requiere horas en la aplicación e interactuar más para que el algoritmo realmente te vea, te dé prioridad y muestre tu contenido a una comunidad más amplia.
Desde mi punto de vista, el algoritmo de Instagram ha cambiado varias veces con decisiones tomadas por humanos a cargo de Meta (la empresa que también posee Facebook), el propio algoritmo es un rompecabezas que cambia día a día. Antes, todo era cronología, ahora es relevancia. Aquí, el algoritmo observa cosas como tu relación con otros usuarios, el tipo de contenido con el que miras y con qué has interactuado recientemente.
También hay una gran diferencia entre las cuentas personales y las de negocio. Les falta herramientas analíticas, mientras que las cuentas de negocio ofrecen opciones y estadísticas para una mejor comprensión del rendimiento de las publicaciones. Esto te permite perfeccionar una estrategia de contenido informada por datos reales.
Como usuarios, debemos darnos cuenta de que principalmente lo que más ves es el contenido de aquellos con quienes más interactúas. Las campañas cercanas y honestas son claras ganadoras sin importar el tipo de perfil.
YouTube
YouTube, es el monstro del ecosistema digital, tiene un algoritmo algo más sofisticado que él resto. Múltiples factores, incluyendo tiempo de visualización, tasa de clics e interacciones, influyen en él. La idea es mantener a los usuarios en la plataforma el mayor tiempo posible recomendando videos no solo que les gustaría ver, sino que va relacionado con lo que más ha visto en el pasado.
Con una audiencia enorme al alcance de tus manos, el streaming en vivo no es el negocio, sino el recuento de vistas que la calidad de tu contenido pueda llegar con popularidad convertida en visibilidad, ya sea que estés creando material educativo, entretenido o curioso, puede influir directamente en la efectividad.
¿Qué es importante para el algoritmo?
Las métricas de vanidad, que en gran parte se definen por “me gusta”, seguidores y compartidos, influyen significativamente en cómo funcionan los algoritmos de las redes sociales. Pero, aunque estas métricas suenen bien y puedan brindar algo de validación superficial, a menudo no muestran la imagen completa sobre la naturaleza del compromiso de la comunidad. Como resultado de esto, si las publicaciones obtienen un alto volumen de estas estadísticas, los algoritmos podrían elevarlas incluso si no atraen un real compromiso o no son realmente relevantes para los visitantes.
Esto puede causar que los creadores de contenido orienten sus estrategias alrededor de tácticas que, a pesar de esas métricas de vanidad, no establezcan relaciones genuinas con su audiencia. Además de afectar la eficiencia de las campañas, también cambia la opinión del contenido valioso en la plataforma. Es crítico para creadores y marcas reconocer la polaridad aquí, y trabajar hacia un punto medio, idealmente, gravitándose hacia contenido que genere interacción orgánica, en lugar de simplemente contar likes.
Entender la diferencia entre las métricas de vanidad y el engagement es clave para comprender cómo funcionan los algoritmos de las redes sociales y qué tipos de interacciones realmente cuentan para el éxito en estas plataformas.
Métricas de vanidad
Las métricas de vanidad, como me gusta o seguidores, ofrecen una visión superficial del éxito de un contenido. Aunque puede parecer atractivo, a veces, los números son tan vagos como su percepción del efecto real o grado de esas interacciones especiales. Solo porque algunos usuarios han dado like a un contenido, no significa que estén interesados en él o quieran comprometerse más. Lo más probable sea que tales métricas simplemente reflejan una aceptación transitoria y no equivalen a un compromiso de largo plazo al influencer.
Engagement
Son las interacciones reales y significativas que los usuarios tienen con el contenido; comentarios, compartidos, guardados y mensajes directos, por nombrar algunos. Estas son señales de que el contenido ha podido conectar con la audiencia e incluso crear un nivel auténtico de interés. Estas interacciones son un indicador de que el contenido resonó con la audiencia y generó interés real. Los algoritmos valoran el engagement porque refleja una conexión real entre el creador y su comunidad. Cuanto más alto sea, más probable es que el contenido se muestre a una mayor audiencia, ya que el interpreta que ese contenido es relevante y valioso.

Cómo afecta esto nuestras campañas y lo que vemos
Es asombroso ver cuánto el algoritmo afecta nuestra exposición así como en las redes sociales. Las campañas elaboradas con un profundo entendimiento de estos sistemas tendrán mucho mejor desempeño que aquellas que no. Los beneficios son claros:

Nuestro compromiso y comportamiento es observado por los algoritmos para tomar decisiones de contenidos, pero el primero tiene mucha mayor importancia en la selección de lo que el algoritmo muestra, ya que se centra en interacciones significativas que indican un interés real y relaciones entre los usuarios y el contenido.
Fuera de las redes sociales
En las aplicaciones de uso común, los algoritmos adaptan el contenido o los servicios ofrecidos a los usuarios, optimizando así su experiencia. Como Google Maps sugiere tales rutas con el uso del historial de viajes, Spotify sugiere música a partir del historial de escucha, o en e-commerce se utiliza para mejorar la experiencia del usuario y aumentar las ventas. Esta personalización mejora la satisfacción, llevando a interacciones más sencillas y relevantes.
Los algoritmos de las aplicaciones nos estudian a nosotros y nuestras elecciones para proporcionar una experiencia personalizada. Cada vez que las usamos estas registran continuamente datos sobre nuestras acciones con estas plataformas: lo que buscamos, a dónde vamos, que compramos, desde que dispositivos, qué escuchamos o qué vemos. Netflix, por ejemplo, observa nuestras elecciones de películas y series para poder recomendar cosas con las que probablemente querremos sentarnos, como Google Maps descubre tus rutas más transitadas, para poder ofrecerte desvíos, como Spotify crea listas de reproducción personalizadas. En los e-commerce pueden analizar tus horarios de transacciones, patrones de carros o tus elecciones prediciendo futuras compras.
Sin embargo, esta personalización también tiene un costo. A medida que los algoritmos recopilan una mayor cantidad de datos, nuestra exposición al marketing dirigido aumenta, y en algunos casos puede presentar problemas relacionados con la privacidad, el anonimato, el consentimiento y la apropiación cultural. Las empresas pueden aprovechar estos datos para construir perfiles detallados de nosotros, planteándonos preguntas y dudas sobre cómo se maneja y protege la información personal.
El algoritmos mejoran la experiencia de uso al ayudarnos a navegar, pero al mismo tiempo, necesitamos ser conscientes de la información que le compartimos y la forma en que se maneja. Debemos encontrar un equilibrio entre la personalización y asegurarnos de activar correctamente nuestras “configuraciones de privacidad” para que solamente se retengan la información que nosotros consideramos queremos entregar.