El llamado de Miguel Krassnoff al Ejército: “Mi situación es un escándalo de proporciones”
"Debí cumplir la orden que me destinaba una nueva organización de seguridad nacional, destinación en extremo ingrata a mi persona, pero que asumí como corresponde a un soldado disciplinado", sobre su participación en la DINA, cuyo violento actuar es un "accidente producto de la situación que vivía el país".
Miguel Krassnoff Marchenko envió una carta al comandante en jefe del Ejército, Ricardo Martínez, para cuestionar el “mutismo total” de la institución castrense ante los numerosos procesos por violaciones a los derechos humanos que enfrenta y por los cuales ha sido condenado a más de 650 años de prisión.
En la misiva, enviada el pasado 19 de septiembre y dada a conocer por radio Cooperativa luego del homenaje realizado en la Escuela Militar, deja en claro que “jamás ha cometido un ilícito que amerite el término de ‘lesa humanidad'”.
“He sido careado con todo el lumpen terrorista contra el cual me correspondió enfrentarme hace más de 40 años (…) se han producido múltiples contradicciones, pese a que sospechosamente el tenor y la argumentación para inculparme de la contraparte ha contenido los mismos detalles, repitiendo como un recital mal aprendido similares acusaciones, evidentemente falsas”, explicó.
Para Krassnoff, su situación judicial “es un escándalo de proporciones. ¿Qué pasó con dichas revelaciones? Nada. Corporativa e institucionalmente solo un silencio total. Desde que me he visto enfrentado a esta iniquidad me he defendido solo”.
El ex agente de la DINA argumentó que los actos en los cuales participó se enmarcan en “la consigna del militar chileno de vencer o morir” y que se determine “públicamente que ‘las responsabilidades’ de las acciones que se ve obligado a ejecutar ese soldado en beneficio del bien de su patria, de su sociedad, de su familia y de su misión pasen a ser ‘individuales’ es, por decirlo, menos un acto de severa deslealtad, irresponsabilidad y deshonor que raya en la traición”.
“Debí cumplir la orden que me destinaba una nueva organización de seguridad nacional, destinación en extremo ingrata a mi persona, pero que asumí como corresponde a un soldado disciplinado”, sobre su participación en la DINA, cuyo violento actuar es un “accidente producto de la situación que vivía el país”.
“Si efectivamente habría tenido que dar cumplimiento obligatoriamente a una disposición de tamaña trágica envergadura”, como violaciones a los derechos humanos, “la misión me habría traído devastadoras consecuencias en mi conciencia, me habría obligado a reconocer mi responsabilidad, dejar constancia de quién, cómo y cuándo me ordenó su ejecución y asumir las consecuencias”.
Así, en la misma línea expresó que los procesos judiciales en su contra “se han transformado en una asfixiante y muy bien organizada e infame emblematización” de él, apuntando que es acusado de “horrores que solo están en las mentes enfermizas de sus ejecutores, aberraciones humanas que sí realizaron en gran parte del mundo los seguidores de una doctrina materialista, atea, violentista y opresora que jamás respetó derecho humano alguno y que a millones de personas les arrebató la vida por el solo hecho de no concordar con sus ideologías”.
“Considero que es hora de dejar a un lado las hipocresías y elevar institucionalmente la voz ante tanta majadería, abusos e injusticias que he debido soportar hasta el día de hoy junto a mi amada familia, mis comandados de la época y sus familias”, llamando a una “sincera y firme y preocupación por esta absolutamente irregular situación que hoy enfrentan tantos soldados de nuestro Ejército”.