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6 de Noviembre de 2019

Así se gestó la caída de Santiago y la elección de Lima como sede de la final de Copa Libertadores

Los dirigentes de River y Flamengo estaban conscientes de la complicada situación que se vivía en Chile, por lo que evaluaron diversas opciones que derivaron en la elección de Lima.

Por Redacción EL DÍNAMO
Final Copa Libertadores
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Este martes se tomó una decisión que estaba prácticamente escrita desde hace varios días. Los dirigentes de Brasil, Argentina y Chile, en conjunto con la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), decidieron descartar a Santiago como la sede de la final única de la Copa Libertadores, la que enfrentará a River Plate con Flamengo el 23 de noviembre.

La crisis social que afecta a Chile -la que llevó a cancelar otros eventos como la cumbre APEC y COP25- complicó a la organización del evento, la que había mantenido la esperanza que la situación en el país se tranquilizara para garantizar la seguridad de los jugadores y los hinchas.

Según lo informado por el medio argentino La Nación, la Conmebol no quedó convencida con los argumentos entregados por la ministra del Deporte, Cecilia Pérez, quien el pasado 30 de octubre había asegurado que el partido se disputaría en Santiago.

Con esa idea en la mente, los dirigentes analizaron el desarrollo del partido teniendo en consideración que, probablemente, el Campeonato Nacional tampoco se reanudaría durante este fin de semana debido al rechazo del Sindicato de Futbolistas Profesionales (Sifup).

La publicación trasandina afirmó que en el cónclave -que fue 100% privado y sin celulares para evitar las filtraciones- se definió en primer lugar trasladar la sede, ya que tanto River como Flamengo consideraban que Santiago no contaba con las condiciones mínimas para el desarrollo del encuentro.

Tras esto comenzó la búsqueda de alternativas. La primera que apareció fue el Estadio La Olla de Asunción, en Paraguay, donde se jugará la final de la Copa Sudamericana entre Colón e Independiente del Valle. La idea no gustó entre los brasileños, ya que tendría 9 mil tickets menos que en el Estadio Nacional chileno.

En el caso paraguayo tampoco habían garantías adicionales de seguridad, ya que nadie en el gobierno local había manifestado sus deseos de recibir la final. “¿Y si los que pierden se enojan y quieren reventar todo?”, dijo alguien en la reunión.

Tras descartar Asunción apareció la opción de Medellín, en Colombia. El presidente de Conmebol, Alejandro Domínguez, afirmó que aquella había sido la única ciudad que había puesto todo a disposición para jugar el partido. Pero la lejanía de Argentina y Brasil (debían tomar dos vuelos con intermedio en Bogotá) hizo que la ciudad se cayera.

La reunión se extendía sin encontrar una ciudad para disputar la final de la Copa Libertadores. Agustín Lozano, el presidente de la Federación Peruana de Fútbol (FPF) había sido contactado el día anterior por la propia Conmebol, por lo que Lima comenzó a sumar fichas para ser la sede definitiva.

Lozano tenía hasta el compromiso del presidente Martín Vizcarra para otorgar todas las garantías que Conmebol precisara. En paralelo, la FPF habló con los administradores del estadio Monumental (el club Universitario de Deportes) y pidió todas las certificaciones. Lozano incluso transmitió la voluntad del presidente Martín Vizcarra de hablar con Domínguez y ponerse a disposición.

La capital peruana también fue bien vista por River y Flamengo, ya que tenía un estadio de gran capacidad (70 mil espectadores), una buena oferta hotelera y se trataba de “una ciudad equidistante para los dos equipos”.

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