Automovilistas furiosos, ciclistas abandonados y ¿políticas públicas cuándo?
Mientras el Estado no dé las herramientas necesarias para incentivar otros medios de transporte seguirán existiendo personas, al igual que el niño de cinco años, que durante el taco crean que el mundo sería mejor si no existieran los autos.
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por Alejandra Ceballos, secretaria general de la Juventud Evópoli.
El lunes se celebró el “Día internacional sin automóvil”, iniciativa que surgió en respuesta a los daños medioambientales que está provocando el uso exponencial de este medio de transporte. Cuando vi en las noticias una nota que hacía alusión a este día volvió a mi cabeza una frase que escuché hace unos días mientras caminaba por la calle. Un niño de unos cinco años de edad le decía a su mamá que el mundo sería mejor si no existieran autos.
El aumento sostenido de la población en la capital, ha traído como consecuencia que los “tacos” se transformen en un panorama habitual. Lo que antes se encontraba supeditado a la tradicional “hora punta”, ha comenzado a estar presente a todas horas del día. Esto no es de extrañar si se tiene en consideración que según los últimos datos obtenidos por el Instituto Nacional de Estadísticas, la Cámara Chilena de la Construcción y Secretaría de Planificación de Transportes arrojan que Santiago cuenta con un total de 1.119.000 vehículos, mientras que el resto de las ciudades del país en su conjunto alcanzan la cifra de 1.021.000 autos. Esto ha traído no solo consecuencias medio ambientales, sino que también un deterioro en la calida de vida. El dilema se encuentra entonces en cómo invertir el proceso de urbanización y las consecuencias que esto ha generado en nuestras ciudades.
Desde tiempos remotos la bicicleta ha sido el sustituto tradicional del auto, sin embargo, hoy en día nuestra ciudad no cuenta con la infraestructura necesaria para que éste sea un transporte seguro y tampoco se cuenta con una cultura entorno a este medio de transporte. En cuanto a la parte técnica, en la actualidad la creación de ciclovías se encuentra supeditada a las municipalidades, esto genera como consecuencia una diferencia abismal entre aquellas comunas donde existe el interés por incentivar estas iniciativas y las que no, como también en cuanto a los recursos disponibles para la creación de una ciclovía. Aquellas comunas en donde las necesidades de sus habitantes son urgentes y los recursos son escasos, difícilmente se podrán impulsar iniciativas como éstas.
Como respuesta a la situación actual, ha sido la sociedad civil la que ha comenzado a transformarse en un actor preponderante a la hora de levantar y hacer patente estas demandas. Iniciativas como las propuestas por el ya popular Movimiento Furiosos Ciclistas (MFC) donde se promueve no sólo la viabilidad del uso de la bicicleta sino que también la promoción de la cultura “cletera” que tanta falta hace en nuestro país. La magnitud de las convocatorias hechas por este movimiento que reúne a miles de personas, provocaron que en junio de este año, la manifestación conocida como la Cicletada del Primer Martes de cada mes, ahora forme parte de las actividades de valor patrimonial de la ciudad de Santiago.
La lógica nos indica que una de las formas para disminuir el uso del auto, es incentivar y promover los medios de transporte sustitutos, sin embargo, hoy en día no existe una política pública o en su defecto un programa de gobierno que tenga ese objetivo, siendo precisamente este organismo el que debiese dar una solución tanto universal como transversal. Mientras el Estado no de las herramientas necesarias para incentivar otros medios de transporte seguirán existiendo personas, al igual que el niño de cinco años, que durante el taco crean que el mundo sería mejor si no existieran los autos.