América Solidaria: Nos hacemos parte de la solución
Muchos de los movimientos sociales, políticos y religiosos, encabezados por las nuevas generaciones buscan dejar atrás la retórica autorreferente, egocéntrica, vanidosa, tantas veces hipócrita, para entrar en una corriente de compromiso y coherencia.
Benito Baranda es Presidente ejecutivo de América Solidaria
Recorriendo nuestro hermoso y dolido territorio americano, donde se entrelazan vidas humanas, naturaleza, culturas, tradiciones, etc., logro percibir el ambiente de transformación que estamos viviendo. Las nuevas generaciones quieren –y exigen- ser parte activa de las soluciones a las graves injusticias y a los problemas no resueltos por años, no quieren seguir siendo espectadores sino que ambicionan ser parte de las transformaciones, comprometerse y participar activamente en la modificación de la realidad.
Muchos de los movimientos sociales, políticos y religiosos, encabezados por las nuevas generaciones buscan dejar atrás la retórica autorreferente, egocéntrica, vanidosa, tantas veces hipócrita, para entrar en una corriente de compromiso y coherencia. Es un buen tiempo y es también la puerta de la esperanza de un nuevo tiempo, hay quienes le temen y avizoran mayor inseguridad sin embargo es difícil pensar en una inestabilidad y desamparo mayor al que han vivido por más de cinco siglos tantas comunidades de nuestro continente. Lo que viene, si nos involucramos con nuestra vida, será sin duda mejor.
Gabriel García Márquez nos lo dijo hace unos 15 años: “A ustedes, soñadores con menos de cuarenta años, les corresponde la tarea histórica de componer estos entuertos descomunales. Recuerden que las cosas de este mundo, desde los trasplantes de corazón hasta los cuartetos de Beethoven estuvieron en la mente de sus creadores antes de estar en la realidad. No esperen nada de siglo XXI, que es el siglo XXI el que los espera todo de ustedes. Un siglo que no viene hecho de fábrica sino listo para ser forjado por ustedes a nuestra imagen y semejanza, y que sólo será tan glorioso y nuestro como ustedes sean capaces de imaginarlo”.
En América Solidaria no nos conformamos con lo que se vive, sin embargo nuestra disconformidad no nos conduce a la ofuscación que busca ‘chivos expiatorios’, ni a la frustración desesperanzadora que inmoviliza, ni a la negación de las riquezas de las personas y comunidades de nuestras naciones que termina por ser contradictoria, sino más bien nos moviliza una efectiva solidaridad que significa ‘estar’ junto a quienes sufren para acompañarlos en su camino hacia una mayor dignidad, como nos los dice Eduardo Galeano: “A diferencia de la solidaridad, que es horizontal y se ejerce de igual a igual, la caridad se practica de arriba-abajo, humilla a quien la recibe y jamás altera ni un poquito las relaciones de poder”.
Trabajamos pues, parafraseando a Joaquín García Roca, para una “mundialización de la solidaridad” la que “sugiere el nacimiento de una nueva residencia mental en torno a lo local y postula que todo lo grande empieza en lo pequeño. Asimismo indica que los seres humanos podemos vivir en la medida que podamos cuidarnos mutuamente”; queremos levantar una nueva manera de mirarnos y relacionarnos, justa y digna, y siguiendo la reflexión de Roca buscamos experimentar la mirada hacia el excluido “como ejercicio de la cercanía y de la presencia”, lo que “exige una refundación de la responsabilidad, personal y colectiva, una responsabilidad que queda seducida por el rostro humano, obligada por el peso de la realidad; hermanada con la convicción, que deja de ser un imperativo externo para ser un espacio inmantado por el compromiso personal y colectivo”.
Este no es un tiempo en el continente americano para jóvenes quejumbrosos, criados como el ‘niño rey’, cómodos y centrados en sí mismos hasta el hastío, indiferentes a lo que sucede a su alrededor, y hambrientos de competencia y bienes materiales, no!
Ya no podemos seguir por ese desvarío que ha ignorado la riqueza de los pueblos originarios, que le ha dado privilegios a los migrantes europeos por sobre los nativos, que ha hecho perdurar de manera insoportable la desigualdad y la discriminación, y que –como fruto de ese malsano ‘iluminismo’- ha metido en nuestras mentes y cultura las dicotomías perversas que aún nos alienan, como por ejemplo: ‘cultos e incultos’, ‘sabios e ignorantes’, ‘trabajadores y flojos’, ‘exitosos y fracasados’ y ‘hábiles e inhábiles’.
Es el tiempo de llevar adelante nuestros sueños, del compromiso activo, que afecta no sólo las acciones que realizamos sino que más profundamente el estilo de vida que llevamos, en efecto para América Solidaria el servir a otros, a comunidades excluidas y marginadas durante siglos no es un heroísmo que nos lleva a envanecernos, es principalmente un fruto inevitable de la indignación y malestar que hoy nos persigue, sólo así es posible la salida de lo que vivimos, una salida digna que parte efectivamente por re-conocer la dignidad de aquél al cual le ha sido usurpada.