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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Iniciar con educación de calidad

"Una evaluación tiene más sentido para el docente cuando se enfoca en la retroalimentación y la mejora, cuando implica la reflexión pedagógica como un proceso permanente".

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Los resultados de la Prueba Inicia 2015, que evalúa a los docentes recién egresados de Pedagogía Básica, Media y Educación Parvularia, han generado ciertas dudas sobre la calidad de los profesionales que se encargarán de los aprendizajes de nuestros niños y niñas.

Este examen, diseñado por el CPEIP, voluntario y aplicado por primera vez en 2012, logró convocar este año a tan sólo a un 9% de los egresados, de los cuales sólo un cuarto logró contestar la cantidad suficiente de preguntas para poder ser evaluados.  A partir de esto surgió en el senado la idea de convertir esta prueba en obligatoria, dada la poca adhesión que ha tenido.

También han aparecido en la opinión pública docentes que declaran que la prueba no es representativa de la calidad pedagógica del futuro profesor. A esta prueba se le ha dado un carácter punitivo y de exclusión de quien no obtiene los resultados requeridos, y no ha sido presentada como una oportunidad de crecimiento, y de mejora de las mallas curriculares de las universidades que imparten las carreras de la educación. A lo que debiese apuntar la evaluación Inicia es a examinar aquello en lo que estamos fallando a la hora de formar docentes de calidad y con vocación.

Si bien como Fundación nos parece válida la existencia de dicha evaluación, dado que mide conocimientos pedagógicos y disciplinares, ella es insuficiente, porque no permite ver cómo el docente se desempeña en la sala de clases, es decir, cómo lleva a la práctica lo aprendido. La Prueba Inicia, por lo tanto, debiese complementarse con la observación de las prácticas docentes en la sala mediante un instrumento que mida las interacciones significativas entre el adulto y los niños.

Una evaluación tiene más sentido para el docente cuando se enfoca en la retroalimentación y la mejora, cuando implica la reflexión pedagógica como un proceso permanente. Consideramos que construida de esta forma, una prueba que evaluara a los docentes recién egresados podría ser obligatoria. Además, este tipo de evaluación debería ser aplicada no una sola vez, pues la foto de un momento no asegura que la calidad se mantenga, así como tampoco lo hace el hecho de haber estudiado una carrera.

​Como Fundación creemos que la selección de los futuros docentes debiese ser más rigurosa, dada la importantísima labor que ellos cumplen. No sólo debiese exigírseles mayor puntaje en la PSU, sino también evaluárseles en las condiciones mínimas de base para que una persona se transforme en educador de niños y jóvenes. Pero a su vez los planteles deben estar a la altura de la formación de los postulantes que resulten exitosos en la selección. Actualmente se les enseña extensivamente el qué, pero no el cómo.

La teoría en la educación es tremendamente necesaria, pero para que un docente pueda llevar a cabo mejoras dinámicas en sus métodos educativos, necesita aprender a interactuar de manera provechosa, y sobre todo a observar y reflexionar sobre sus propias prácticas educativas con un cercano y adecuado acompañamiento. Son éstas, a nuestro parecer, las condiciones que les permitirán convertirse en los docentes que Chile necesita para que el verdadero desarrollo –que sólo es posible a través de una educación de calidad- se vea como una meta más cercana.

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