Adolescencia, agresividad y redes sociales
"Puede que nuestra sociedad haya cambiado sin darnos cuenta y hoy en día, el más fuerte no se mide por la fuerza física o inteligencia, sino por el que tiene más like".
Estefanía Manosalva es Psicóloga Clínica. Facultad de Psicología de Universidad del Desarrollo
Durante las últimas semanas hemos sido espectadores de algunos videos donde aparecen jóvenes escolares agrediéndose fuertemente en espacios públicos, el último de ellos corresponde a dos mujeres, las cuales se golpean en una céntrica calle de Talcahuano; todo sucede mientras son grabadas por sus pares, dando la impresión de una escena montada para ser publicada más que una disputa real. Al observarlas, no se puede dejar de pensar ¿qué hace que estas adolescentes se expongan públicamente en plena calle? y, aún más ¿qué provoca que las compañeras se preocupen de grabarlas y subirlas a internet, en vez de detener la agresión?
Si bien esta columna no pretende dar respuesta a este tema complejo, sí es una invitación a reflexionar acerca del mismo. Para entender el fenómeno, en primer lugar me detuve en el significado de ser adolescente en los tiempos actuales; comienza con un cambio físico importante, lo que implica el desafío de volver a conocerse físicamente y aprender a manejar sus nuevas dimensiones, muchas veces sintiéndose torpe frente a los demás y causando problemas a sus compañeros, padres y profesores. Aumentan los accidentes como caídas inexplicables, choques con los muebles o puertas, y peleas para probar los nuevos límites. A esto se suman nuevas responsabilidades y exigencias del medio, que los deja de ver como niños y les pide responder como adultos, situación para la que no están preparados, generándose en muchos casos altos niveles de angustia, las primeras salidas solos o con amigos, o las primeras fiestas son a la vez fuente de temor y de felicidad. Al mismo tiempo, los adolescentes comienzan a darse cuenta que sus padres, a los que veían ideales y omnipotentes, no lo son y para enfrentar esta desilusión, desean diferenciarse lo más posible de ellos, para encontrar su propia identidad; critican mucho a sus padres y adoptan modas que se enfrentan abiertamente con lo aceptado en la familia, viviendo un aumento de la emocionalidad, observándose fuertes cambios de humor, pudiendo pasar de la risa al llanto sin mayor explicación.
En este nuevo escenario, la agresividad como fuerza vital del adolescente aparece como necesaria para la sobrevivencia, desde la prehistoria los seres humanos han peleado por territorio, alimentos y atención. La agresividad cumple funciones adaptativas, definida por consensos sociales (leyes), en cuanto a su aceptación, reprobación y control. Si revisamos la historia, probablemente encontraremos que en todas las épocas los jóvenes han intentado resolver sus conflictos a través de la disputa física. Con esto no quiero decir que sea correcto, sino que preguntarme ¿qué hace que esto nos sorprenda tanto que deba salir en un noticiero? Algo nos dice que ahora es distinto, probablemente porque una conducta que era parte de la intimidad de un grupo, hoy se hace pública y ello conlleva un efecto en la identidad del joven que puede ser permanente, ¿cómo le explico a la sociedad que ve el video que no soy una joven violenta, sino que ese día me sentía sobrepasada por la frustración, si millones de personas me conocieron así a través del video?
La búsqueda de identidad para el adolescente implica un autoconocimiento, un cuestionamiento de sus habilidades y limitaciones, se forma por una continua interacción entre el mundo interno y el medio en el que se desarrolla, siendo significativa la forma en que los demás los ven en este proceso, y cómo los jóvenes dan significado a la conducta de otros. Así aparecen adultos que son vistos como ídolos que se deben imitar: cantantes, líderes, actores o actrices, gamers, youtubers y últimamente persona sólo famosas (de la farándula) se trasforman en puntos de referencia de lo que significa ser hombre o ser mujer exitoso. Hoy en día, el territorio ha cambiado, así como para la generación adulta, las experiencias de autoconocimiento se vivían en el barrio, hoy el territorio es el mundo virtual, donde la valía se mide en relación a cuántas personas me siguen en las redes sociales y cuántos respondieron de alguna forma al video que acabo de publicar, con valores centrados en la popularidad e inmediatez.
Entonces, el concepto de intimidad y amistad cambia, la retroalimentación que reciben de su entorno es distinta. Si además agregamos que nuestros adolescentes están mucho tiempo solos, debido a largas jornadas de trabajo de sus padres, a la necesidad de éxito económico imperante y la peligrosidad de los barrios; la existencia de amigos virtuales es una forma de sentirse acompañados, transformándose en un insumo para la formación de su identidad, consumiendo muchas veces como comportamientos normales, algunas prácticas que fuera de la pantalla no aparecen como tal. Se puede observar cómo una conducta cotidiana se trasforma en un comportamiento intenso emocionalmente cuando hay una cámara registrándolo y cómo se hace necesario publicar todos los detalles de sus vidas a través de las redes para sentir que los acontecimientos en realidad suceden, en algunos casos adolescentes que confunden realidad con fantasía, no por alguna enfermedad de salud mental, sino porque su mundo virtual aparece como más importante que el real.
En resumen, lo que nos debería preocupar no es que dos adolescentes tengan conductas agresivas a la salida del colegio, sino que éstas probablemente no responden a una necesidad de sobrevivencia, sino al parecer a la necesidad de aprobación en las redes sociales, a través de alcanzar una popularidad que defina su identidad.
O puede que nuestra sociedad haya cambiado sin darnos cuenta y hoy en día, el más fuerte no se mide por la fuerza física o inteligencia, sino por el que tiene más like.