Camila Moreno y la cómoda vergüenza de cierto progresismo
"La postura de Moreno parece ser pesimista, pero carece de lo esencial que debe tener todo pesimismo: saber que hay cosas están mal y pueden empeorar, pero tratar de entender por qué sucede".
Francisco Méndez es Columnista.
Debido a que la cantautora nacional Camila Moreno dijo avergonzarse de Chile y su presidente, muchos reaccionaron de diferentes formas este fin de semana. Como era de esperar, hubo voces que recurrieron a todo tipo de insultos y declaraciones de principios. Varios de los usuarios de redes sociales (particularmente esos que usan banderitas chilenas al lado de sus nombres) se mostraron indignados con estas palabras que otros respaldaron también airadamente. Era una pelea entre quienes la insultaban y los que defendían sus quejas sobre este gobierno.
Era interesante lo que se observaba. Mientras unos echaban en cara el resultado de las elecciones en que ganó Piñera, otros no lo encontraban relevante; por el contrario, apelaban a que la democracia misma tiene que ver con la libre opinión sobre quienes nos gobiernan. En lo que no se puso atención, fue en lo que expresaban las palabras de Moreno. Nadie parece haberse detenido en su poca esperanza en los resultados electorales, lo que siempre puede arrojar dos alternativas: o estamos perdidos, o hay mucho por hacer, lo que siempre es positivo.
Sería bueno que el progresismo y la izquierda pensara en esas alternativas, porque ¿estamos arrinconados o podemos hacer algo al respecto? ¿Piñera es la atrocidad misma, o puede ser una oportunidad para, una vez más, levantar una alternativa que represente todo lo contrario a lo que él está proponiendo? Lamentablemente, pareciera que hay una cierta unanimidad en lo primero y no se hace nada al respecto. Por más que aparezcan algunas ideas, estas por lo general no proponen más que pequeños cambios cosméticos, y no son más que simples excusas para creer que se hace algo, mientras no se hace ni se piensa nada.
Y es que aunque las opiniones de Camila Moreno parecen ser lo lógico para un sector, cierto también es que reflejan la inacción de cierto mundo al momento de ofrecer una universalidad política y cultural. La postura de Moreno parece ser pesimista, pero carece de lo esencial que debe tener todo pesimismo: saber que hay cosas están mal y pueden empeorar, pero tratar de entender por qué sucede. Eso, aunque hemos visto expresiones populares feministas, es lo que les falta a los movimientos en pro de la emancipación y a todos quienes, desde diferentes lugares, dicen participar de ciertas posturas ideológicas. Porque convertirlo solamente en un problema que puede resolverse cada cuatro años, o dependiendo solo de si el candidato es bueno, es iluso.
Si bien las críticas pueden parecer justas, el problema es que no pueden empezar y terminar en la figura de Piñera. Cuando sucede esto, se reduce el momento actual a si el empresario está o no en La Moneda, cuestión que no es cierta. Por esto tal vez la gran labor sea que se instale la pregunta de por qué está ahí. Pero hacerlo desde la vergüenza no es muy útil. Quizá lo realmente efectivo es saber dónde está lo verdaderamente vergonzoso: si en la situación, o en lo que nos condujo a esta situación.
La derecha no gobierna porque este país se haya vuelto loco, sino porque hay un sector que prefirió creer eso. Es más cómodo intelectualmente tener al representante de todo a lo que uno se opone en el poder. Nos facilita responsabilizarlo de nuestra falta de proyecto. Nos ayuda a no pensar en cuál es la tarea hacia el futuro, o por lo menos imaginarla.