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Actualizado el 24 de Noviembre de 2020

Triunfo para la democracia y para los jóvenes

"Los jóvenes, por primera vez desde octubre de 1988, se incorporaron al proceso democrático, votando masivamente. Emergen como una nueva generación que va a testimoniar en las urnas que le importa su país y que quiere usar los instrumentos de la democracia".

Por Mariana Aylwin
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Mariana Aylwin es Profesora de origen, política por vocación y a mucha honra. Directora Corporación Educacional Aprender.

Los hechos muestran que el acuerdo por la nueva Constitución del 15 de noviembre pasado fue acertado. Esa noche, muchos respiramos aliviados: el descontento y las demandas ciudadanas se encauzaban por la vía democrática. Aunque no fuera ese el objetivo de las movilizaciones sociales ni de las acciones de violencia, fue un momento donde la política reivindicó su importancia y los que firmaron ese acuerdo dieron un testimonio de realismo y convicción democrática.

Empieza un tiempo esperanzador. La gesta de ayer confirma la importancia de la política. Chile es un país republicano, que una vez más se expresó en las urnas, esta vez entregando las decisiones que vienen a una Convención Constitucional. En en esa decisión  participaron personas de las más distintas visiones y mundos. Participó la ciudadanía en su diversidad. El resultado es tan contundente, que nadie podría arrogarse que hay un solo mandato. Lo claro es que, desde derechas a izquierdas, adultos y jóvenes, ricos y pobres se configuró una inmensa mayoría que manifestó querer cambios y un mejor país. Uno que se haga cargo de los anhelos de justicia y dignidad mirando el futuro. Y lo ha hecho confirmando que quiere una nueva Constitución, a través de la institucionalidad democrática.

Además, hay motivos para agregar una nueva esperanza.

Los jóvenes, por primera vez desde octubre de 1988, se incorporaron al proceso democrático, votando masivamente. Emergen como una nueva generación que va a testimoniar en las urnas que le importa su país y que quiere usar los instrumentos de la democracia. Sus anhelos de cambio y de construir una sociedad más inclusiva, justa, con protección de la naturaleza, con nuevas demandas generacionales, los expresaron con un lápiz y un papel. Con ello vienen a manifestar una disposición a construir el futuro, por los cauces de la democracia.

Es cierto que el camino para llegar a este plebiscito fue tortuoso.

No solo la violencia justificada por muchos, la discusión polarizada, el lenguaje odioso y la incapacidad de lograr acuerdos ha profundizado nuestras divisiones. También hemos celebrado esta elección en medio de una pandemia que nos ha golpeado fuertemente. Hoy somos un país más pobre, con mayor cesantía y en muchos ámbitos hemos retrocedido décadas.

Entonces lo que viene no será fácil. No esperemos la solución de todos los problemas, ni el término de la violencia ni de las desigualdades de la noche a la mañana. Habrá de todo. Racionalidad y cabezas calientes. Desconfianzas y buena disposición. Incertidumbres y seguridades. Miedos y optimismo. Diálogo e intolerancias. Acuerdos y disensos.

Sin embargo, se inicia un tiempo donde predominarán las conversaciones y las palabras, porque una Constitución se escribe con palabras.

Al día siguiente del plebiscito de Octubre de 1988 que abrió el paso al término de la dictadura militar, millones de chilenos festejaron espontáneamente en las calles, gritando y cantando. Había una alegría desbordante. Flameaban las banderas chilenas. Mujeres, viejos y jóvenes bailaban alrededor de los carabineros, les regalaban flores, les daban abrazos. Un nuevo espíritu floreció. Uno constructivo, de buena disposición, de voluntad de construir un NOSOTROS después de años de división. Ojalá hoy predomine un espíritu de unidad.

A los que vivimos esa historia, heroica para nosotros, nos queda confiar en que lo que viene será bueno para Chile y apoyar que ello sea posible. Pasar la posta no significa  barrer con el pasado ni con la experiencia. La Convención Constituyente será el espacio para recuperar la capacidad de diálogo, de encuentro generacional y de la diversidad de nuestro país, para dibujar en conjunto un destino común.

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