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Actualizado el 21 de Septiembre de 2021

Esperando a Superman

Nuestras niñas, niños, y adolescentes necesitan sus escuelas funcionando de manera presencial al 100%. Necesitan a sus educadores y compañeros. No tomar posición respecto de esta necesidad nos hace cómplices pasivos de un panorama que perpetua la pobreza intergeneracional que heredaron. ¿Seguiremos esperando a Superman o llegó nuestra hora?

Por Alejandro Canales
Solo un 68% de las dependencias municipales están operativas. AGENCIA UNO/ARCHIVO
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Alejandro Canales

Alejandro Canales es Magister en Liderazgo y Gestión Educativa

Conocida es en el mundo social la célebre frase “el dato mata el relato”. Con ella se suele iluminar aquellos discursos nocturnos donde predomina el juicio y la generalización, lanzándole algunos rayos de sol que entrega la evidencia objetiva y estudiada.

Un poco de esto último apareció hace un par de semanas: 436 mil menores de edad viven en situación de pobreza, mientras que 263 mil en la extrema pobreza. Lo aterrador: este dato hace alusión solo a los ingresos monetarios, porque cuando hablamos de la pobreza como fenómeno multidimensional la cifra se duplica.

Que sea multidimensional no es desconocido para quienes trabajamos en educación. Saberlo ha permitido construir una escuela que es por excelencia un espacio de equidad, en cuyo interior se despliegan a diario enormes esfuerzos para que nuestras niñas, niños, y adolescentes desarrollen capacidades que les permitan salir adelante, pese a las condiciones de malnutrición, hacinamiento, falta de servicios básicos, inseguridad, y carencias socioemocionales.

Hoy la escuela para quienes más la necesitan está cerrada, o funcionando a medio andar. Mientras los SLEP, administración delegada, particulares pagados y subvencionados están con plena apertura (88%, 100%, 96%, 93% respectivamente), solo un 68% de las dependencias municipales están operativas. Y aquí aparece otra verdad incómoda: abrir las escuelas es necesario, pero no suficiente.

Nuestras niñas, niños, y adolescentes necesitan sus escuelas funcionando de manera presencial al 100%. Necesitan a sus educadores y compañeros, necesitan sus clases más que Wikipedia, necesitan sus recreos más que un parque de diversiones, necesitan sus talleres extraescolares más que todas las tiendas de un mall, necesitan sus semanas de arte o ciencias más que trabajar en la feria o un persa. No tomar posición respecto de esta necesidad nos hace cómplices pasivos de un panorama que perpetua la pobreza intergeneracional que heredaron.

Las niñas, niños y adolescentes en nuestro país son solo el 25% de la población, no obstante, son el 100% de nuestro futuro. ¿Seguiremos esperando a Superman o llegó nuestra hora?

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