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No hay casualidad sino causalidad entre ahorro y pensiones

El ahorro es la condición ineludible para tener un sistema de seguridad social sustentable y solidario dirigido a proveer protección efectiva durante la vejez, con especial foco en la población más vulnerable.

Las bajas pensiones actuales, que tanto nos duelen son consecuencia del bajo ahorro (tasa de cotización del 10%); el alto grado de informalidad de la economía y los bajos sueldos. La “cuenta de la vieja” deja en evidencia que aún en el caso excepcional de alguien que cotice sostenidamente durante 40 años el 10% de sus ingresos, genera ahorros apenas equivalentes a cuatro años de ingresos.

Históricamente, estos ahorros han sido amplificados por un factor cercano a tres veces por las rentabilidades obtenidas por las AFP, transformándolos entonces en el equivalente a 12 años de ingresos para financiar 24 años de pensión si consideramos una edad de jubilación de 65 años y 89 años de esperanza de vida (el escenario es aún peor en el caso de las mujeres que jubilan a los 60 años). Queda entonces en evidencia que en este escenario ideal, con cotizaciones permanentes durante 40 años, la pensión será equivalente a la mitad de su ingreso como trabajador activo.

Tristemente, la realidad es que el afiliado chileno típico cotiza solo por la mitad del tiempo en su período de actividad, ahorrando entonces solo dos años de ingresos, los que dada la rentabilidad de las AFP, implica un ahorro para financiar 24 años de pensión equivalentes a apenas seis años de ingresos. Así la pensión solo alcanzará al 25% del ingreso en actividad, quedando entonces muchos pensionados cerca o bajo la línea de pobreza.

El ahorro es la condición ineludible para tener un sistema de seguridad social sustentable y solidario dirigido a proveer protección efectiva durante la vejez, con especial foco en la población más vulnerable. El sistema es solidario cuando quienes forman parte del mismo pagan sus cotizaciones, lo que permite que se liberen recursos estatales que puedan ser aplicados en forma sostenida a los más necesitados o vulnerables. Además, el ahorro sistemático permite la inversión, la que genera empleos y se traduce en crecimiento para la economía, y finalmente el crecimiento permite (tal como se ha experimentado en Chile) una reducción de la pobreza y mejora del nivel de vida.

Para mejorar las pensiones actuales, el programa de Sebastián Sichel propone aumentar el ahorro que contribuye el Estado, avanzando hacia una Pensión Básica Universal (PBU), la que asegurará un mínimo para aquellos que por diferentes circunstancias de la vida no han aportado al sistema de pensiones, y para los que han aportado darles un punto de partida más alto. Adicionalmente, se agrega a la PBU la pensión contributiva obtenida de los ahorros personales, pero a partir de cierto ingreso el aporte de ahorro estatal será decreciente porque no existen los recursos para una PBU generalizada. Esa pensión básica universal ha sido fijada en 178 mil pesos, monto equivalente a la línea de pobreza, la que se mantiene para todos los que en edad de jubilar no logren una pensión total igual superior al ingreso mínimo. A partir de ese nivel, el aporte del Estado se hace decreciente al mismo ritmo que se usa hoy en el Aporte Previsional Solidario.

Este aporte de ahorro estatal es una tremenda contribución para la solidaridad social, dado que permite una mejora de las pensiones de los más vulnerables con los impuestos de rentas generales de la nación que pagan todos los chilenos. Al contrario de las cotizaciones previsionales, estos también incluyen los aportes de las rentas del trabajo por sobre las 80 UF mensuales y de las rentas del capital. Para mayores pensiones se requiere mayor ahorro privado y público, y no estatización de los fondos o del sistema previsional.


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{title} Rafael Gumucio