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21 de Diciembre de 2021

Celebrar un logro histórico en Chuchunco

Esta semana en que tenemos nuevo presidente, ejemplos como el de Villa Alessandri, en Estación Central, dan ganas de que inspiren su actuar y de cuál debe ser una prioridad en estos nuevos tiempos: la casa propia.

Hoy, los especialistas hablan de que se requieren unas 700 mil viviendas  en Chile para enfrentar el déficit habitacional. AGENCIA UNO/ARCHIVO
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Ximena Torres Cautivo

Ximena Torres Cautivo es Periodista y escritora

Este martes 21 de diciembre por la tarde, en el corazón del viejo Chuchunco, como se llamaba entonces a parte de la actual comuna de Estación Central, habrá pan de pascua y cola de mono para celebrar un cumpleaños emocionante: el de la Villa Alessandri.

Un 21 de diciembre de 1951, hace 70 años, el economista José Pablo Arellano, miraba el mundo por el ombligo de su joven mamá. Estaba en su vientre y ella había asistido con su marido, entonces gerente de la Sociedad Constructora de Viviendas Hogar Obrero SA, a la inauguración de las primeras 50 casas de un total de 200 concebidas por el activista social Alberto Hurtado para trabajadores y sus familias. Él sostenía que “tener casa era una necesidad más imperiosa que tener vestido”, y lo decía en años en que la pobreza era a pata pelada, con desnutrición invalidante, en que el analfabetismo superaba el 60 por ciento, la mortalidad infantil era de 150 por cada mil nacidos vivos y el 23 por ciento de los que llegaban al mundo pesaban menos de 2,5 kilos al nacer, el 12 por ciento terminaba la educación completa, mientras sólo un 2 por ciento accedía a la universidad.

Chile tenía 6 millones de habitantes y la necesidad de vivienda se estimaba en 450 mil. “Hacinamiento de ranchos improvisados con piso de tierra, techo formado por desechos de latas o fanolas, y paredes de madera, de caña y hasta de papel: eso no puede llamarse habitación. Cada uno de esos tugurios es un tremendo yo acuso lanzado a la sociedad. La mayor parte de nuestro pueblo vive en este tipo de casas o en conventillos o en un cuarto subarrendado: allí se hacina toda la familia. En estas poblaciones callampas el piso es de tierra; no tienen luz eléctrica, pero más grave aún que el problema de los que tienen mala vivienda es el de los que no tienen ninguna vivienda”, denunciaba Alberto Hurtado.

Hoy, los especialistas hablan de que se requieren unas 700 mil viviendas  en Chile para enfrentar el déficit habitacional. Algo hemos progresado, porque si se mantuviera la proporción del problema de hace 70 años, la carencia hoy sería de 1.425.000 viviendas.

José Pablo Arellano hizo este año un hallazgo emocionante: encontró una vieja película familiar, en blanco y negro, sin audio, donde se muestra la inauguración de esas 50 casas para obreros, ubicadas en 5 de Abril con Amengual, cerca de las actuales y conflictivas Villa Francia y la población Los Nogales. En la calle María Magdalena, aún viven propietarias de esas primeras viviendas, levantadas en 100 metros de terreno, con dos dormitorios, living-comedor, cocina y un baño, que hoy están ampliadas y modernizadas. Maravillosas, al lado de las viviendas básicas de hoy.

Ahí viven María Vásquez Lagos (94), viuda de Celso Cid, inspector de tranvías, quien recuerda el esfuerzo que hicieron para lograr el sueño de la casa propia. Y también Regina Hevia (75), la niña que el día de la inauguración, fue la elegida para entregar un ramo de flores a la Primera Dama, Miti Markmann. “Era una señora rubia”, dice Regina, recordando a la esposa del presidente Gabriel González Videla, que asistió a la ceremonia, y emocionándose al reconocerse en esas antiguas imágenes. Erika Rubio, presidenta de la junta de vecinos de la Villa Alessandri, es más joven. No estuvo ese día, pero ella y sus 7 hermanos nacieron y se criaron en la pequeña casa a la que ese día accedieron sus padres, carabinero él y asesora del hogar ella, hace 70 años, pagadera en 10 años. Hoy la calle en que viven estas mujeres es la prueba patente de cómo la vivienda entrega dignidad, desarrollo y oportunidades de futuro. Todas ellas son mujeres sensibles, educadas, esforzadas, que han construido una ejemplar y solidaria comunidad, que han educado a sus hijos y que no se cambian de barrio, como decía el zorzal de Conchalí en su tiempo.

Esta semana en que tenemos nuevo presidente, ejemplos como estos dan ganas de que inspiren su actuar y de cuál debe ser una prioridad central en estos nuevos tiempos: la casa propia.

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