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23 de Marzo de 2022

Admisión universitaria con escasa selección

Si no existe un cambio radical en las formas de financiamiento existentes, junto a una revisión exhaustiva de las propuestas de asignación de recursos conocidas a la fecha, seguiremos en una carrera en la que el país pierde. La tendencia demográfica apunta a una disminución de los postulantes; el financiamiento obliga a las instituciones a tener más matriculados.  

Muchos de los programas admiten estudiantes con promedio en los exámenes de Comprensión Lectora y Matemática (promedio PDT) menor a 499 puntos. AGENCIA UNO/ARCHIVO
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Miles de alumnos han iniciado estudios en alguna de las casi 60 universidades que ofrecieron vacantes, en los más diversos programas académicos.

¿Qué es importante destacar con miras al diseño de políticas públicas basadas en evidencia?
Uno es el rediseño del examen de selección con orientación hacia las habilidades, que es una buena noticia anunciada por las autoridades del proceso. Dos es que, aún cuando exista una selección basada en aptitudes y capacidades, de todas maneras, es conveniente conocer el nivel de conocimientos de los egresados de educación media.

En el proceso de admisión actual, en todas las carreras y universidades, se evalúa la capacidad de operar con dos lenguajes fundamentales: el verbal y el matemático, ya que ellos son esenciales para el aprendizaje y los procesos educativos. Por tanto, son dos pruebas claves para la selección universitaria. 

¿Qué se observa en el proceso de 2022?. Resalta que la admisión en la educación superior, al menos en la universitaria, debería ser reenfocada. Muchos de los programas admiten estudiantes con promedio en los exámenes de Comprensión Lectora y Matemática (promedio PDT) menor a 499 puntos, incluso menor a 400. Como ejemplo, con preocupación vemos Pedagogía en Educación Básica, donde, en la mitad de los programas, el último convocado logró menos de 400 puntos. Casi todos los programas (el 95% es casi el 100%), admitirían estudiantes con menos de 500 puntos. 
Del total de estudiantes “seleccionados” para esta carrera, más del 30% obtuvo un promedio PDT menor a 500 puntos; en cambio, sólo un 5% obtiene un puntaje superior a 650 puntos.

Este grave problema no es privativo de Pedagogía; en mayor o menor medida existe en Psicología, Ingeniería Comercial, Administración Pública, Kinesiología, Ingeniería Industrial, etc., por mencionar carreras de distintas áreas del conocimiento. Si analizamos la admisión universitaria con zoom en las carreras más demandadas en las tres o cuatro entidades que de verdad hacen selección, o si nos focalizamos en los puntajes nacionales, no lograremos percibir la extensión y profundidad del problema. 

Un dato: se sabe que para obtener 400 puntos en la prueba de matemática basta haber respondido 12 respuestas correctas de 60 preguntas totales (estos aciertos incluyen el efecto azar, pues no existe descuento por respuestas incorrectas).

Cabe señalar que la distribución de estudiantes, en la mayoría de las carreras, es muy semejante en todo tipo de instituciones, incluyendo a las universidades privadas no tradicionales que participan de este proceso, evidenciando que el tema no pasa por separar entre universidades estatales y privadas, del Cruch o fuera del Consejo.

¿Por qué no ha sido relevado el problema de la carencia sustantiva de habilidades básicas en los seleccionados en la educación superior? Porque la información de los listados de estudiantes convocados no lo permiten. A modo de ejemplo, una universidad de prestigio en la formación de profesores presenta como último puntaje ponderado de selección por sobre 540 puntos. Ese número está sobre la mediana, igual a la media al ser un ajuste a una distribución de probabilidades llamada normal, pero falta por indicar que ese puntaje es obtenido ponderando en un 60% los resultados de la educación media (notas y ranking) y, prácticamente, en un 10% cada uno de los exámenes de la PDT, eso hace que el último seleccionado tenga un promedio PDT de 394 puntos.

No se trata de cuestionar la introducción de las NEM y Ranking, pero sí es necesario identificar las carencias de conocimientos y aptitudes de los futuros estudiantes universitarios. Sin acciones específicas, concretas y con evidencias de resultados, que estén incorporadas en los diseños curriculares de las universidades, no existirá un efectivo mejoramiento en la calidad de los egresados, en la deserción, en la duración de las carreras y en las oportunidades para los nuevos profesionales. A esta altura del desarrollo científico y tecnológico, una mayor equidad, si es solo de acceso, tiene efectos marginales respecto a nivelar la cancha entre grupos socio económicos.

¿Con esa evidencia, en qué deberíamos centrarnos? En los elementos que se utilizarán para la selección; en el currículo y apoyos desarrollados por las casas de estudios para recibir estudiantes con un ciclo previo absolutamente desaprovechado. De todos modos, si no existe un cambio radical en las formas de financiamiento existentes, junto a una revisión exhaustiva de las propuestas de asignación de recursos conocidas a la fecha, seguiremos en una carrera en la que el país pierde. La tendencia demográfica apunta a una disminución de los postulantes; el financiamiento obliga a las instituciones a tener más matriculados.  

 

 Ramón Berríos y Hugo Lavados

profesores de Economía y ex ministro de Economía, respectivamente

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