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19 de Junio de 2023

Sequía en Chile: una crisis de desigualdad y protección ambiental

Lo que hoy llamamos sequía, sumado a la privatización concentradora del agua, es un problema multifactorial que se introduce en todos los ámbitos de la vida, donde es menester un cambio cultural y administrativo profundos.

cambio climático sequia Hay más derechos de agua otorgados que agua real en las cuencas, es decir, hay dueños de agua, económicamente poderosos, de agua que en realidad ya no existe.
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Matías Asun

Matías Asun es director nacional de Greenpeace

En Chile hemos perdido la capacidad de asombro frente a una situación de escasez hídrica extensa y prolongada.

Cada vez que llueve y nuestras ciudades se inundan, los medios de comunicación despliegan todos sus recursos mostrando cómo los chilenos estamos literalmente con el agua hasta el cuello. Tal cobertura no se ve cuando hablamos de crisis hídrica donde nuestros coterráneos en muchos casos no tienen agua suficiente para vivir una vida digna.

David Boyd, relator especial de las Naciones Unidas sobre derechos humanos y medio ambiente, en visita a nuestro país en mayo pasado, comentó que Chile encara una serie de problemas ambientales que violan los derechos humanos y tildó de “inaceptable” que los niños y jóvenes de algunas comunidades estén creciendo sin agua potable en sus casas y establecimientos educacionales.

En este sentido, llamó al Gobierno chileno a elaborar leyes y normativas ambientales más fuertes, a asignar mayores recursos a la protección del medio ambiente y a vigilar su cumplimiento riguroso.

Contingencia mediante, es oportuno y necesario entregar algunas directrices a los consejeros constitucionales y al Gobierno sobre lo que nos convoca en este, el 29° aniversario del Día contra la Desertificación y la Sequía.

El anteproyecto de la nueva Constitución incorpora una mención del agua como derecho humano (garantizar el derecho al agua y saneamiento para generaciones actuales y futuras y priorizar el consumo humano y doméstico, entre otras).

No obstante, omite que este derecho debe tener algunas características: ser suficiente, salubre, aceptable, accesible y asequible para uso personal y doméstico.

Y hace poco y nada por corregir una de las peores formas de la desigualdad en Chile: el grado de concentración de los caudales otorgados mediante derechos de aprovechamiento.

Según el reciente Informe del Estado del Medio Ambiente, elaborado por la Universidad de Chile, el 56,4% de los titulares, accede al 0,7% del caudal total entregado. En contrapartida, el 0,3% posee el 64,6% de los caudales. Una desigualdad absolutamente brutal, en un elemento esencial para la vida misma que cronifica la crisis climática y condena cualquier política pública que no lo aborde para corregir esas desigualdades insalvables. Ello, además, descontando el otro dato tan brutal como absurdo: hay más derechos de agua otorgados que agua real en las cuencas, es decir, hay dueños de agua, económicamente poderosos, de agua que en realidad ya no existe.

El ciclo hidrológico cuenta con varias fases de circulación del agua, donde ésta va cambiando de estado (sólido, líquido y gaseoso). En este contexto, es de vital importancia la protección de los ecosistemas que resultan claves para estos ciclos: cuencas, glaciares, zonas de recarga natural de acuíferos y ecosistemas en general.

Todo esto está ausente hoy en día y tampoco se observan compromisos en la regulación de las aguas en el anteproyecto de nueva Constitución del país. Esta solución es infinitamente más barata y complementaria al ahorro y optimización del uso del agua para mitigar el problema y evitar que se traduzca en más desigualdad y sufrimiento.

Desarrollar mecanismos estatales que apoyen realmente a la comunidades y especialmente a las mujeres -como las principales gestoras de este recurso- con mecanismos que tengan un enfoque de género, dando soluciones reales para la vida cotidiana que les permita acceder a lugares con real incidencia en la toma de decisiones sobre la gestión del agua, permitirá incorporar sus visiones dentro del diseño de las medidas concretas que requieren los territorios que hoy sobreviven a la mega sequía.

Lo que hoy llamamos sequía, sumado a la privatización concentradora del agua, es un problema multifactorial que se introduce en todos los ámbitos de la vida, donde es menester un cambio cultural y administrativo profundos, basados en invertir en soluciones creadas desde la perspectiva de género y SBN (Soluciones Basadas en la Naturaleza) que permitan la adaptación a las condiciones actuales y de mejoras hacia el futuro.

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