Corrupción, salvavidas y distracciones
En medio de la tormenta el oficialismo, encabezado por el Gobierno, cambia de señales cada momento: distintas autoridades apoyan o desmienten, ignoran o denuncian hechos, delictuosos o por lo menos dudosos, que están estallando diariamente.
Lamentablemente, lo que está ocurriendo y que se agrava a medida que pasan los días, difícilmente podrá llamarse otra cosa que un tufo a podredumbre.
La moralidad superior expresada por la extrema izquierda se está cayendo en pedazos; la cuidadosamente elaborada propaganda frenteamplista y comunista, que logró engañar a la mayoría de aquellos votantes que optaron por concurrir a las urnas en los últimos comicios presidenciales, está quedando al desnudo cuán esqueleto flaco del que era obeso…
En medio de la tormenta el oficialismo, encabezado por el Gobierno, cambia de señales cada momento: distintas autoridades apoyan o desmienten, ignoran o denuncian hechos, delictuosos o por lo menos dudosos, que están estallando diariamente.
Por lo menos uno de los partidos de la coalición Frente Amplio, la Revolución Democrática, parece ya no tener salvación; es bastante sospechoso el llamado de Gabriel Boric, (que por lo visto se arrepintió de decir “caiga quien caiga”) justo antes de explotar la primera bomba: formar un solo partido que reemplace a los tres del FA… ¿Olfateaba la tormenta o ya sabía que se avecinaba y puede liquidar el mayor de los tres conglomerados fundado por su mejor amigo? Los hechos parecen afirmarlo.
Por un lado, el reventón en cadena cual bomba de racimo, le está haciendo cierto favor: distrae la atención del ardiente tema de seguridad y deficiente lucha contra terrorismo, narco y crimen organizado que ocupa el primer lugar de temores en Chile. Y Boric parece darse cuenta que la crisis política no sólo afecta muy seriamente la extrema izquierda, sino hasta puede hacer peligrar su mandato. Se ve entonces obligado a tirar salvavidas aquí y allá para atenuar escándalo, desviar el interés de los medios.
Uno de ellos podría ser lo de armar un escándalo – a través del PC – contra Patricio Fernández, organizador del 50° aniversario del golpe por su aparente – pero evidentemente inventada – simpatía hacia Pinochet, lamentándose a continuación su renuncia que, también obviamente, habrá pedido el propio presidente, no pudiendo aguantar la presión de sus socios políticos.
Otra distracción será la celebración el próximo 11/9; y un inminente despiste – creo que absolutamente necesario e inevitable – sería el cambio de a lo menos dos, sino tres ministros: Montes, Jackson y quizás Cordero. Aunque su entorno íntimo lo considere una debilidad, Boric seguramente ganaría en su porcentaje de aprobación. Si es que se atreve a hacerlo.
Camila Vallejo – que defenestró a cualquier justificación de las palabras de Fernández – ya lanzó la advertencia: el presidente no piensa hacer cambios; una nueva presión del PC ya que, si no obstante esas palabras despide a alguno(s) secretario(s), tendrá otra “deuda” con los comunistas…
¿Alguien dijo que la política es una mugre?
El infantilismo de nuestro primer mandatario se manifiesta en no prestar atención a tantas quejas de diferentes sectores sobre sus constantes – y frecuentemente inútiles –viajes al interior o al exterior y otras actitudes no dignos a un estadista: hasta anuncia “buenas noticias” avisando al público que ingresó a la nueva red de Zuckerberg; pucha, que tiene tiempo para todo en medio de la crisis, hasta hacer publicidad gratuita Meta…
Para hacer aparecer más opaca la corruptela oficialista, ahora se escarba en eventuales delitos similares cometidos durante el régimen de Piñera. Como si esto justificaría los actuales: si la derecha robó, pues nosotros podemos hacer lo mismo. Pero estas maniobras y manipulaciones ya no pueden frenar, ni quitarle dramatismo a la ola de desveladas de chanchullos, que crece cual tsunami y se multiplica diariamente con nuevas denuncias.