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Actualizado el 7 de Agosto de 2023

Es el pragmatismo, estúpido…

Por estos tiempos, y ya no tanto en el mundo, pero sí en nuestra región, las diferentes visiones sobre el capitalismo generan una grieta que, como toda grieta, no le sirve a nadie.

Por Guillermo Bilancio
¿Es posible derrocar al capitalismo? Claro que no, si es el único modelo que existe. ¿Es posible mejorarlo? Siempre, como a todo modelo. AGENCIA UNO/ARCHIVO.
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Guillermo Bilancio

Guillermo Bilancio es consultor de Alta Dirección.

En 1992 Bill Clinton instaló su frase “…es la economía, estúpido”, en su campaña presidencial frente a George W. Bush, planteando un darse cuenta sobre el momento político y social que vivía Estados Unidos y el mundo.

Por estos tiempos, y ya no tanto en el mundo, pero sí en nuestra región, las diferentes visiones sobre el capitalismo generan una grieta que, como toda grieta, no le sirve a nadie.

En los últimos días se polemizó acerca de frases como “derrocar al capitalismo”, o “superar al capitalismo”, abriendo una inútil discusión que supone capitalismo si o no.

Años atrás, el ex presidente uruguayo José “Pepe” Mujica, afirmaba que el capitalismo es lo único que existe, pero que requiere de un permanente perfeccionamiento para asegurar la calidad de vida de una sociedad.

Y es cierto.

¿Es posible derrocar al capitalismo? Claro que no, si es el único modelo que existe. ¿Es posible mejorarlo? Siempre, como a todo modelo.

La manera de mejorarlo es fortalecerlo desde la calidad de la política, entendiendo que la política es acceder al poder para brindar bienestar a la gente, lo que necesariamente depende del crecimiento y desarrollo económico.

Una mirada social que es el verdadero enfoque de la economía, que es una ciencia social.

Pero ¿qué bienestar social se puede lograr sin una presencia eficiente del Estado? ¿Y cómo promover el crecimiento económico sin políticas de Estado que faciliten las expectativas de los empresarios?

Políticas de Estado que promuevan el crecimiento están centradas en la educación, la salud, la seguridad jurídica, pilares centrales no solo para la convivencia, sino para mejorar el posicionamiento país pensando en el atractivo para inversiones.

El Estado presente y el empresariado que impulsa el crecimiento son la esencia que derriba cualquier discusión sobre el capitalismo.

Eso fortalece la idea de mejorar al capitalismo desde el pragmatismo, un concepto integrador de enfoques liberales, sociales, conservadores y progresistas, según el momento y la oportunidad.

¿Es un mundo de libertades económicas y de apertura de mercados? Claro que no, siempre habrá barreras, condicionamientos, aranceles más altos o bajos según la circunstancia, las amenazas u oportunidades.

¿Es un mundo cerrado? Claro que no, porque se requiere del intercambio que le convenga a las partes.

Nada define al capitalismo como un solo modelo, ya que no hay neoliberalismo ni conservadurismo absolutos, como tampoco existe el socialismo en estado puro. Eso exige una mezcla que debe manejarse con delicado equilibrio.

El pragmatismo elimina la discusión dialéctica, la que sirve para alentar a las masas frente a instancias electorales dónde aparece la promesa y la utopía.

La política y sus nuevas formas convergen en lo pragmático, que no está exento de la ideología, porque integra ideologías para alcanzar los objetivos permanentes de un país: La convivencia y el bienestar.

Mejoremos al capitalismo. Siempre.

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