Graves problemas en la tríada: Cuba, Venezuela, Nicaragua
La tríada está atravesando un momento complejo. Esto podría ser una oportunidad para los que quieren libertad y democracia. Las dictaduras son pertinaces, pero la vocación por la libertad es inextinguible.
Juan Pablo Glasinovic Vernon es abogado
Sabido es que existe una estrecha conexión, fundada en la ideología, entre los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua. El régimen sandinista surgió gracias al apoyo directo de Cuba (y de la URSS) mediante entrenamiento militar, armas, apoyo logístico y financiero. Por supuesto que la brutal dictadura de los Somoza facilitó la campaña “verdeoliva” hacia el poder en Nicaragua. En el caso de Venezuela, Hugo Chávez, militar que reverdeció las credenciales castristas identificándose como el el heredero político de Fidel con su “socialismo del siglo XXI”, intentó hacerse del poder mediante un golpe en 1992, pero fracasó. En 1999 fue electo y lo que sigue es una historia conocida, con consecuencias trágicas no solo para la propia Venezuela, sino para toda la región. Y Cuba que tras la caída de la URSS sufrió un descalabro económico total porque dependía básicamente de la ayuda financiera soviética, tuvo en el régimen chavista a un salvador. Eso rescató de la miseria, eufemísticamente denominada “período especial”, no solamente a la población, sino al gobierno de los Castro.
En el caso de Nicaragua hay que decir que hubo una ventana democrática en la cual el país parecía que iba a dejar atrás los efectos de la guerra civil y de la revolución sandinista, pero la inoperancia del liderazgo político y una extendida corrupción trajeron de vuelta al exgobernante sandinista Daniel Ortega, quien replicando el modelo del “socialismo del siglo XXI”, rápidamente copó todas las instituciones y aseguró su permanencia indefinida en el poder.
La abundancia de recursos con que contó Hugo Chávez inicialmente le permitió apoyar a todos sus proyectos, incluyendo el apuntalamiento de los regímenes autoritarios de Cuba y Nicaragua. Fue ahí que se formó esa tríada que subsiste hasta hoy y que ha implicado estrechos intercambios de todo tipo entre las partes, pero especialmente en materia de seguridad y control político interno. Eso explica en parte su prolongación en el tiempo y la anulación de toda oposición.
Asimismo, existe el temor común, de que la democratización de cualquier integrante de este grupo podría acarrear lo mismo en los otros. De ahí el activo apoyo que se prestan en materia de predominio político.
Pero la debacle económica que se gestó durante la administración de Chávez y que reventó y se profundizó durante el gobierno de Maduro, no solo ha causado un masivo empobrecimiento y migración, también ha repercutido en Cuba y Nicaragua.
La isla está en un “segundo período especial” que comenzó con la pandemia (que cerró las puertas al turismo, que es el principal ingreso) y que se ha seguido agravando con el cese de la mayor parte de la ayuda de Venezuela y la guerra en Ucrania, además del endurecimiento de las sanciones estadounidenses que se habían relajado con Obama. Pero la principal razón de la crisis es la oposición del régimen a ceder cualquier espacio significativo a la economía privada, la única que podría revertir la situación. Esto responde a la lógica de que para mantener el poder político se debe mantener el control económico (pilar del manifiesto ideológico comunista). Pero a la larga sin un mínimo de bienestar económico, peligra también el control político. Y eso está sucediendo en Cuba. No hay suministro eléctrico regular lo que en la mayor parte del país significa amplios interludios sin energía y hay una escasez generalizada de todo tipo de insumos, incluyendo a los alimentos.
El tema alimentario es crítico y la isla depende cada vez más de las importaciones, con menos divisas y precios más altos. El desastre queda en evidencia en las pocas cifras que se logran extraer. La producción de huevo ha disminuido de 5 millones diarios en 2020 a 2,2 millones en 2023 (5 huevos mensuales por persona). En materia de carne de cerdo, Cuba llegó a producir 199 mil toneladas en el 2017, pero en 2022 fueron solo 16.500. Y sigue con más ejemplos: la producción de arroz, que llegó a ser en un momento de unas 300 mil toneladas, el año pasado solo llegó al 10% de esa cifra.
El 11 de julio de 2021, miles de cubanos se volcaron a las calles de la isla a gritos de “Tenemos hambre”, “Abajo la dictadura” o “Libertad”, en unas protestas inéditas desde la revolución de 1959. La represión fue feroz y desató una masiva emigración en el tramo más dinámico de la población. Muchos jóvenes y adultos en edad laboral y fértil se están marchando porque en Cuba no ven futuro. Esto ha significado que el 5% de los cubanos haya emigrado solo en los últimos dos años.
Durante el año 2023 la economía se contrajo nuevamente (se supone que en un 2%) y la inflación llega al 30%.
Ante la magnitud de la crisis, el gobierno cubano destituyó este viernes a Alejandro Gil de los cargos de viceprimer ministro y ministro de Economía y Planificación. También separó de sus puestos a Elba Rosa Pérez Montoya, ministra de Ciencia, y a Manuel Santiago Sobrino Martínez, ministro de la Industria Alimentaria.
El dilema es que el actual sistema institucional y político es el principal obstáculo para salir de la crisis. En el punto en el que está Cuba no es posible emerger con reformas económicas. Se requieren cambios sustanciales en el sistema político. Y para eso el régimen no está disponible. ¿Será la realidad más fuerte que el voluntarismo y la ideología? ¿Aparecerá otro mecenas en la hora 25 para subsidiar al sistema?
En Venezuela parecía que se veía la luz al final del túnel. Una (nueva) negociación entre gobierno y oposición oxigenó el ambiente el año pasado. Como parte del proceso que contempla elecciones generales durante el 2025, el gobierno de Maduro se comprometió a permitir una “amplia” competencia electoral, con la participación de observadores extranjeros. Por su parte, Estados Unidos levantó varias sanciones en forma temporal. Esto ha permitido que Venezuela aumente sustantivamente sus exportaciones petroleras, lo que ha repercutido en la mejoría de la situación económica.
Desgraciadamente hace unos días el Tribunal Supremo de Justicia, órgano judicial controlado por el gobierno, decretó que Corina Machado y Henrique Capriles están impedidos de competir en las próximas elecciones. Machado de acuerdo con las encuestas, supera a Maduro. En este contexto, Estados Unidos señaló que podría reimponer las sanciones y la Unión Europea también ha expresado su preocupación por esta decisión. No es sorpresa que Maduro y los suyos se aferren al poder, porque fuera de él arriesgan perderlo todo. El tema, al igual que en Cuba, es si volver a a la penuria económica y al ostracismo internacional podrá asegurar la subsistencia del régimen. Además, un deterioro adicional de las finanzas venezolanas también significará más carestía en Cuba.
Finalmente, en el caso de Nicaragua, el gobierno de Ortega y de su esposa Murillo está aislándose cada vez más, concentrándose en disponer sus recursos para mantener el control, en última instancia por la fuerza.
La tríada está atravesando un momento complejo. Esto podría ser una oportunidad para los que quieren libertad y democracia. Las dictaduras son pertinaces, pero la vocación por la libertad es inextinguible.