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31 de Julio de 2024

Sobre la Propuesta de Actualización Curricular y el rol de los orientadores

La nueva propuesta se configura en cuatro principios orientadores: convivencia, bienestar y salud mental; contextualización; integración de aprendizajes; y profesionalidad docente. Al analizarlos, evidenciamos el rol fundamental que cumplen los orientadores educacionales, tanto en estos cuatro principios como en la ejecución de la asignatura de orientación.

Por Valentina Gran Koch
AGENCIA UNO/ARCHIVO
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Valentina Gran Koch

Valentina Gran Koch es directora ejecutiva Fundación por una Carrera

El Ministerio de Educación está llevando a cabo un proceso consultivo sobre la Propuesta de Actualización Curricular para los niveles de 1° básico a 2° medio, en el que distintos actores educativos y la ciudadanía pueden participar.

Estos espacios son valiosos, ya que permiten reflexionar y hacer partícipes a todas y todos. Sin embargo, creemos que, al implementar los cambios planteados, es fundamental analizar un tema del que se habla poco y que tiene que ver con el rol de los orientadores y cómo estos serán apoyados.

La nueva propuesta se configura en cuatro principios orientadores: convivencia, bienestar y salud mental; contextualización; integración de aprendizajes; y profesionalidad docente. Al analizarlos, evidenciamos el rol fundamental que cumplen los orientadores educacionales, tanto en estos cuatro principios como en la ejecución de la asignatura de orientación.

Si analizamos el rol de los orientadores que propone el Ministerio de Educación, observamos que ellos deben velar por el bienestar, la convivencia y la salud mental de los estudiantes, apoyados por las distintas duplas psicosociales. También deben velar por la contextualización de los aprendizajes, en conjunto con los docentes y jefes de UTP, y asegurarse de que estos aprendizajes estén alineados con el Proyecto Educativo del Establecimiento y su contexto territorial y cultural.

Además, deben promover, en conjunto con los docentes, la integración de los aprendizajes, es decir, que el currículo no esté fragmentado, sino que exista articulación entre las distintas asignaturas. Esto contribuirá a la formación integral de los estudiantes y, a largo plazo, a la construcción de su proyecto de vida y sus trayectorias educativas.

Aquí vemos la relevancia que puede cobrar el Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP) y cómo, a través de él, los estudiantes pueden conocerse a sí mismos, descubrir cuáles son sus intereses, motivaciones y aptitudes, a través de los roles designados en los proyectos. Así también pueden identificar las profesiones más acordes a su personalidad.

No obstante, para llevar a cabo estos cuatro principios y asegurar un trabajo sistémico entre los distintos actores escolares, es esencial destacar el rol del orientador.

Sin embargo, al analizar las bases de datos del Ministerio de Educación y basándonos también en nuestra experiencia, observamos que solo el 0.13% del total de docentes menciona tener el título de orientador educacional, esto considerando los establecimientos particulares, subvencionados, municipales y los servicios locales de educación pública.

Por tanto, ¿cómo esperamos que se puedan llevar a cabo estos cuatro principios, que exista esta articulación entre las distintas asignaturas y que se tome en cuenta el Proyecto Educativo Institucional (PEI) del establecimiento, si los colegios no cuentan con esta figura y se centra toda la carga en el docente o en el jefe de UTP (o coordinador académico)?

Para garantizar la efectiva implementación de estos cuatro principios y asegurar una adecuada articulación entre las distintas asignaturas, es imperativo contar con orientadores educacionales en cada establecimiento, adecuadamente formados y preparados para asumir sus roles. En este sentido, se deben desarrollar programas de formación y capacitación continua para estos profesionales, asegurando que estén equipados con las habilidades y conocimientos actualizados para cumplir con los principios de convivencia, bienestar, salud mental, contextualización e integración de aprendizajes.

Debemos avanzar para que se implementen políticas que incentiven a los establecimientos a contratar con orientadores. Solo así podremos garantizar que los cambios curriculares no solo se queden en el papel, sino que se traduzcan en una praxis educativa efectiva y significativa.

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