El fraude electoral en Venezuela y el peligroso camino del veto en Chile
Es imperativo que defendamos la integridad de nuestras elecciones y rechacemos cualquier intento de manipulación política, ya sea en Venezuela o en nuestro propio país. La democracia en Chile debe prevalecer sobre cualquier interés partidista o autoritario. Si no somos vigilantes, podríamos enfrentarnos a un escenario cada vez más cercano al de Venezuela, donde la democracia ha sido erosionada y la voluntad popular, ignorada.
Andrés Longton es diputado Renovación Nacional
El reciente fraude en las elecciones de Venezuela no es solo un evento aislado en la región, sino un espejo preocupante que refleja los peligros que podrían acechar a nuestra democracia si permitimos que se alteren las reglas electorales por conveniencia. Esto es profundamente inquietante y no propio de democracias consolidadas como la chilena.
Lo que hemos presenciado en Venezuela es un fraude electoral flagrante. Ante esta realidad, el Estado de Chile debió tomar medidas con mucha anticipación, ya que tener embajador en dicho país da señales políticas equivocadas a una dictadura que violenta los DD.HH. de manera constante. La integridad de nuestra democracia depende de nuestro rechazo firme a cualquier gobierno que manipule la voluntad popular. Si bien así lo manifestó el presidente Boric en un comienzo, ya es hora de que su voz se escuche con más fuerza frente a este atentado a la voluntad del pueblo venezolano, con repercusiones desastrosas producto de la violenta represión de quienes mayoritariamente le dijeron no más a este tirano.
La dictadura de Maduro ha respondido a las críticas internacionales expulsando a nuestro embajador y a equipos de prensa, una medida que demuestra que está dispuesto a perpetuarse en el poder a cualquier costo. Estas expulsiones son una afrenta a la diplomacia y subrayan la necesidad de que Chile mantenga una postura firme y decidida. La Cancillería chilena ha indicado que, ante esta situación, continuará brindando asistencia consular a los chilenos residentes en Venezuela para proteger sus derechos e intereses. Sin embargo, es esencial que nuestras acciones diplomáticas reflejen una postura clara y coherente contra la manipulación autoritaria.
En nuestro propio país, ha habido preocupación en torno a la discusión del veto. Inicialmente, este buscaba impedir que los extranjeros sufragaran obligatoriamente, desincentivando el voto; posteriormente, se cambió por un voto voluntario para mayores de 70, y estableciendo una multa de 33 mil pesos, buscando de todas las formas posibles incentivar la abstención en aquellos grupos que la izquierda estima no podrían votar mayoritariamente por ellos. Finalmente, solo insistieron en la multa, pero este oportunismo y este agravio a los cimientos democráticos revelan que algunos, por las ansias de perpetuarse en el poder, están dispuestos a sobrepasar los límites de lo aceptable. La evidencia de fraude en Venezuela es contundente. La legitimidad de los procesos electorales pasa por la consistencia de sus reglas y también por el respeto a las mismas más allá de cualquier conveniencia. Es preocupante que el Partido Comunista, una parte integral de la coalición de gobierno, represente un riesgo significativo para esos valores democráticos. Líderes del socialismo democrático ya han expresado sus preocupaciones sobre la inclusión del PC en la misma coalición, lo cual es más que atendible.
Frente a esta abrumadora evidencia, cabe preguntarse si los partidarios de gobierno se atreverán a reconocer a Maduro como presidente legítimo o bien reconocerán a Edmundo González. Aunque la reacción inicial de Boric ha sido positiva, la duda persiste: ¿por qué hemos tenido que esperar tanto para adoptar una posición firme contra el fraude y la dictadura en Venezuela?
Es imperativo que defendamos la integridad de nuestras elecciones y rechacemos cualquier intento de manipulación política, ya sea en Venezuela o en nuestro propio país. La democracia en Chile debe prevalecer sobre cualquier interés partidista o autoritario. Si no somos vigilantes, podríamos enfrentarnos a un escenario cada vez más cercano al de Venezuela, donde la democracia ha sido erosionada y la voluntad popular, ignorada.