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“No hubo enfrentamientos directos con Carabineros”

El verano, sobre todo febrero, suele ser el espacio fructífero para que caras y voces desconocidas
de los gobiernos tengan sus 15 minutos (o segundos) de fama.

Primero fue la vocera subrogante de la subrogante y luego el jefe de bancada del Frente Amplio.

Los dos, palabras más, palabras menos, aseveraron con tono serio y seguro, que en los gravísimos hechos de violencia y delincuencia que hubo en el país a partir del 18 de octubre de 2019, nadie de la entonces oposición al gobierno del Presidente Sebastián Piñera, protagonizó una pelea directa, imaginamos que mano a mano querían decir, con las policías que intentaban detener la verdadera barbarie que se desató en gran parte de las ciudades principales del país y que terminó con numerosos saqueos, agresiones, heridos, incendios, destrucción y un intento fallido –afortunadamente- de llegar hasta La Moneda misma y, probablemente, ocuparla a la fuerza.

Imposible saber, aunque así lo aparenta, si las intervenciones de ambas autoridades oficialistas obedecen a una estrategia coordinada para, tal vez, ahora que inicia la recta final del gobierno, desmarcarse del octubrismo, de la violencia, de la primera línea, de los delincuentes, que, a diferencia de buena parte de las personas que se manifestaron de forma pacífica, tomaron como única bandera de lucha política la confrontación violenta y muchas veces desenfrenada en contra todo lo que se distanciaba de sus “ideales”.

Pero lo que sí podemos saber o concluir es que ambas autoridades o tienen un gravísimo problema de memoria o les da lo mismo faltar a la verdad o creen que todos los demás somos infinitamente menos inteligentes que ellos y vamos a creer como si nada lo que dijeron.

Porque si Cardoch y Sáez esperan tal vez un felicitación ante el hecho de que nadie de su sector, en su rol de parlamentarios, dirigentes universitarios o sociales se trenzó a golpes con un carabinero, militar, PDI o bombero, estamos peor de lo que pensamos y derechamente quienes nos gobiernan están aún más extraviados de lo que creemos.

Es evidente, de perogrullo, de una obviedad prominente que ningún dirigente político, con cargo o no de representación popular, con domicilio conocido, con militancia pública en algún partido o colectividad puede buscar agredir físicamente a alguien, menos a quienes ostentan el monopolio de la fuerza.

Ese es el comportamiento que sí o sí deben y tienen que desarrollar.

Entonces, afirmar como gran gracia o mérito que no hubo enfrentamientos directos con carabineros es una burla e incluso una falta de respeto. De hecho, si así hubiese sido, esos dirigentes políticos hoy deberían estar presos, aunque de seguro esperando algún generoso indulto presidencial.

Cardoch y Sáez saben perfectamente bien cuál fue el comportamiento de su sector. Saben muy bien el respaldo y validación –ya fuera por acción u omisión de crítica- que le dieron a la primera línea y al octubrismo en general. Saben con claridad cómo atacaron y buscaron desestabilizar al gobierno y a Carabineros. Saben cómo se reían de brutalidades como “El que baila pasa”. Saben cómo justificaban los destrozos y las barricadas. Saben cómo celebraban las evasiones masivas en el Metro. Saben cómo ovacionaron de píe a la primera línea en la sede del Congreso en Santiago. Saben todo eso y más.

Aunque quieran borrar eso con una cuña “creativa” de verano, la memoria de los chilenos, confío, no se los permitirá.





La calle tomada

La calle tomada

Los vendedores ambulantes no son enemigos del orden, simplemente no lo conocen. Son, en muchos casos, víctimas de un sistema laboral que los excluye y de un aparato estatal incapaz de integrarlos. Prohibirlos sin alternativa es criminalizar la necesidad. Legalizarlos sin criterio es institucionalizar el caos.

{title} Felipe Assadi