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Aún Estoy Aquí: Celebración del Oscar y el peligro que ha significado la ultraderecha para el cine y la cultura brasilera

No solamente hoy día Brasil revive con la película los tiempos oscuros y vergonzosos de los años de dictadura (1964-1985), como también conoce a través de informes de la fiscalía brasilera los intentos de golpe militar realizada por una organización criminal en contra de la democracia brasilera en 2022.

Tan importante como las celebraciones por las calles de Brasil por el premio Oscar entregado a la mejor película extranjera Aún Estoy Aquí dirigida por el director Walter Salles, es ver como la ultraderecha brasilera, principalmente la figura de Bolsonaro, se esconde por detrás de la muralla de las atrocidades cometidas durante su gobierno (2018-2022).

No solamente hoy día Brasil revive con la película los tiempos oscuros y vergonzosos de los años de dictadura (1964-1985), como también conoce a través de informes de la fiscalía brasilera los intentos de golpe militar realizada por una organización criminal en contra de la democracia brasilera en 2022. Es impresionante, la capacidad de la ultraderecha brasilera, en la planificación, e intento de ejecución de un golpe militar contra el estado democrático de derecho, a través de mecanismos que todos fuimos conociendo por las redes sociales, y principalmente el ambiente de inestabilidad que intentaron crear en el país post elección del actual presidente Luis Inacio Lula da Silva, buscando aplanar el camino para un decreto, dónde podría garantizar la permanencia en el poder de Jair Bolsonaro.

Esos hechos nos hacen recordar la fragilidad de la democracia brasileña, y la resiliencia de las instituciones democráticas, que pudieron llevar al poder el actual presidente, y fortalecerse a través de la denuncia contra Jair Bolsonaro, y otros 33 acusados del intento de golpe militar. El expresidente Jair Bolsonaro es indicado como líder de la trama, y de la minuta decreto de golpe, también que habría participado de un plan para matar el presidente electo democráticamente Luis Inacio Lula da Silva.

Además, y es el más grave la evaluación de las urnas electrónicas, y de las fakenews que emitió el expresidente Jair Bolsonaro por redes sociales, hablando de lo fraudulento que habían sido las elecciones, poniendo en dudas el proceso electoral y las instituciones brasileiras.

Después de este contexto, y lo actual de la contingencia política brasileira, es bueno recordar, a propósito de la entrega de los premios Oscar, que Bolsonaro durante su gobierno fue enemigo número uno de las artes, de la cultura y de los artistas brasileros. Atribuyendo a este segmento, tan importante de la sociedad brasilera, todos los males de corrupción, y mala conducta – dejando principalmente el cine brasilero, y la cultura en general entregado a la deriva, siendo clasificados como “vagabundos, criminales”.

El absurdo de los adjetivos utilizados por la ultraderecha brasilera hacia al arte del país, nos causaba estupor y vergüenza. ¿Como un presidente podría referirse a los artistas y gestores culturales de esta forma, y liderar un movimiento anticultura? Pero así fue como el arte en Brasil tuvo que soportar los embates grotescos de una ultraderecha egocéntrica, ignorante, intransigente y sin empatía por la cultura.

En tanto, con la llegada de la nueva administración liderada por el presidente Lula en 2022, coincidentemente el cine brasilero se viste de gala con la premiación histórica de un Oscar, uno de los más importantes galardones de la cinematografía mundial para una película que justamente trae la temática más repugnante de la historia de Brasil, la desaparición de personas durante la dictadura militar, y la resiliencia de una mujer en la búsqueda de la dignidad humana. Aún Estoy Aquí, es una historia basada en hechos reales, relatados en el libro del escritor Marcelo Rubens Paiva, cuyo el padre el exdiputado Rubem Paiva (interpretado por Selton Melo), que fue secuestrado por agentes de la dictadura, y su cuerpo jamás fue encontrado, así como el cuerpo de muchos otros desaparecidos, y ejecutados de la dictadura brasilera.

En tanto, la película se centra en la figura de Eunice Paiva (interpretada por Fernanda Torres), cuya fuerza resiliente y (re)existente fue fundamental para la vida de su familia. La película es una forma de rescatar, y reflexionar sobre esos años de indiferencia, y desprecio por la vida de muchos seres humanos, años de los cuáles esperamos que ningún ser humano se enorgullezca. Años en que el Estado del terror utilizó la tortura, las ejecuciones y la desaparición de personas como mecanismo de disputa ideológica.

Es justo en este momento, en que el país está envuelto en un enmarañado de hechos de intento de golpe militar, que el éxito de la película da respuesta a la ultraderecha bolsonarista, y podemos aplaudir junto a “Aún estoy aquí”, los valores humanos y democráticos, examinando la vida de una mujer, activista, madre, golpeada por hechos atroces, invisibilizados históricamente, e invisibilizada humanamente, así como muchas otras historias que se repiten en varios países de nuestro largo, y vasto continente latinoamericano.



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