Por qué el acuerdo constitucional no ayudó a la clase política
“Nadie confía en los partidos políticos ni en el Congreso“, fue a la conclusión que llegó Ricardo González, coordinador del área de Opinión Pública del CEP, al momento de entregar los resultados de la encuesta que evalúa a los políticos chilenos.
“Viene amarga”, dijo Ricardo González momentos antes de dar a conocer los resultados de la encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP). El coordinador del área de Opinión Pública del CEP adelantaba así la medición que reveló el pesimismo y el enojo que se instauró tras el estallido social, siendo la clase política la más perjudicada.
Según el sondeo, durante el inicio del estallido social en octubre, un 46% de los entrevistados se sentía enojado, un 35% asustado y un 37% esperanzado sobre la situación del país. Hoy, un50% se siente enojado, un 31% asustado y un 34% esperanzado. “Tenemos a la mitad de la población adulta con rabia”, expresó el representante del CEP, asegurando que “la gente está muy molesta con el estado de las cosas”.
Una muestra de ello fue la evaluación de la clase política: sólo el 6% aprueba al Gobierno de Sebastián Piñera, mientras que el Congreso obtiene un 3% y los partidos políticos un 2%. Todo en el marco de una encuesta que tiene un 3% de margen de error, por lo que González aseguró que la confianza podría ser nula. “Nadie confía en los partidos políticos ni en el Congreso“.
Y, con un proceso constituyente en marcha, ningún político pudo capitalizar su participación en el acuerdo constitucional. De hecho, todos disminuyeron su aprobación en el sondeo.
Según Mauricio Morales, cientista político y académico de la Universidad De Talca, “existe una crítica generalizada a todos los actores políticos, independiente si participaron del acuerdo (…) haber participado o no en el acuerdo no tiene una injerencia significativa en la evaluación“.
Si bien el acuerdo constitucional tiene un gran apoyo según la CEP, Morales afirma que “la ciudadanía entiende la democracia como única regla del juego posible, pero está rabiosa con las instituciones y los líderes que representan a esas instituciones. En consecuencia, cualquier acuerdo constitucional generará un apoyo a la democracia, pero no concreto a la clase política”.
Según el académico, esta es la forma que tiene la ciudadanía de decir “queremos mantener las reglas, no queremos movernos de la democracia, pero sí somos críticos“.
El cientista político explica que sí existe una relación respecto al nivel de vinculación que tenga el personaje con su partido: entre más cerca, peor evaluado.
“Joaquín Lavín está más lejos que cerca de la UDI; José Manuel Ossandón lo mismo en RN; Michelle Bachelet no participa en a interna del Partido Socialista”, ejemplifica, mientras los que están en “la trifulca partidaria” están más abajo junto a los políticos más polarizados.
“Hay dos excepciones. Mario Desbordes y Heraldo Muñoz, ambos presidentes de partidos, aparecen de la mitad de tabla hacia arriba”, agrega, pero establece que no han logrado contrapesar la evaluación negativa.