Los desafíos de la Educación Superior Técnico Profesional en tiempos de pandemia
Los impactos educativos de la crisis a mediano y largo de estos desafíos dependen de las elecciones que se tomen ahora, tanto por parte de los tomadores de decisiones de política pública como entre los administradores de las instituciones de educación superior.
Julio Labraña, Javier Álvarez y José Joaquín Brunner es Centro de Políticas Comparadas de Educación, Universidad Diego Portales.
Hay 1.576 millones de estudiantes, en todos los niveles de la educación, o sea, un 91% de la población matriculada en 188 países y territorios del mundo que a mediados del mes de abril se encontraban fuera de sus instituciones educacionales, con grados variables de aislamientos en sus hogares.
Para la educación chilena, ámbito que ya se había visto afectado por movilizaciones estudiantiles y paralizaciones de actividades desde octubre de 2019, la actual situación adquiere pues excepcional dramatismo, con el cese casi total de actividades presenciales y el esfuerzo por reemplazarlas mediante una educación a distancia.
En el caso de la educación superior técnico profesional (ESTP), ésta enfrenta dicho desafío con una serie de complicaciones agregadas, como su característica orientación hacia la adquisición de competencias relevantes para el mercado laboral, una docencia centrada en la práctica y el hecho que sus estudiantes a menudo trabajan en paralelo a sus estudios y, en general, pertenecen a los sectores de menores recursos relativos de la población.
Tres impactos son en este contexto especialmente relevantes. En primer lugar, el impacto de la digitalización en la docencia. En efecto, en muchos países –incluido Chile– carecen de la infraestructura tecnológica necesaria para desarrollar este tipo de docencia (como acceso a internet o plataformas de administración de los aprendizajes), sus docentes no tienen las competencias digitales requeridas y los estudiantes, por su parte, poseen un acceso desigual a internet.
En particular, en lo que respecta al sector de la ESTP, este desafío adquiere una dificultad adicional, considerando el énfasis del sector en la adquisición de contenidos habilitantes para el empleo antes que de naturaleza puramente teórica.
A su vez, en segundo lugar, la composición del estudiantado de la ESTP es un factor relevante, en tanto este generalmente carece de la infraestructura tecnológica necesaria para continuar desarrollado su proceso de aprendizaje en un contexto de formación a distancia y además desarrolla, a menudo, actividades laborales, restringiendo el tiempo que pueden dedicar a interiorizarse de las posibilidades de la docencia a distancia.
Finalmente, existen efectos en términos de financiamiento institucional pues las instituciones de ESTP en Chile se caracterizan por su elevada dependencia de recursos privados que, en el marco de una recesión económica, debiesen disminuir.
En particular, los impactos educativos de la crisis a mediano y largo de estos desafíos dependen de las elecciones que se tomen ahora, tanto por parte de los tomadores de decisiones de política pública como entre los administradores de las instituciones de educación superior.
En lo que respecta a la digitalización, si las instituciones crean mecanismos para asegurarse de que el período de la enseñanza de emergencia a distancia no afecte el aprendizaje de los estudiantes y el Estado cautela que la calidad de esa docencia haya sido garantizada, entonces los efectos de la rápida digitalización en la futura inserción laboral de los egresados podrían mitigarse o desaparecer. Distintos países, como el Reino Unido y Estados Unidos, han avanzado en esta dirección financiando sistemas y plataformas digitales que permitan virtualizar sus aprendizajes prácticos.
Sin embargo, si tales condiciones no se satisfacen, entonces puede esperarse una reacción negativa del mercado laboral, que enfrente a los egresados con mayores problemas de inserción laboral, sea porque el mercado entiende que no se hallan suficientemente preparados o bien por la desconfianza que se pudiera generar respecto a la calidad de la enseñanza técnico profesional a distancia.
Luego, en lo que toca a los efectos en términos de equidad, existe el riesgo de que la presente crisis redunde en un aumento, en el corto plazo, de la desigualdad en los logros de aprendizaje. No obstante, es importante reconocer que el impacto efectivo dependerá principalmente de las acciones de las propias instituciones de ESTP.
En tal sentido la creación de programas de ayuda estudiantil, destinados a estudiantes con problemas de financiamiento por pérdida de sus fuentes de ingresos normales; de programas remediales al momento de retornar la presencialidad, para aquellos estudiantes que hayan enfrentado dificultades de aprendizaje durante el periodo de enseñanza a distancia; y de apoyo psicológico, para evitar que la sobrecarga académica aumente la deserción son una necesidad para reducir el impacto de la crisis.
Por último, en relación con el financiamiento, las consecuencias de la pandemia dependen fuertemente de las decisiones de política pública que se adopten en relación con su funcionamiento, así como de la propia gestión de las instituciones.
Si el Estado opta por salvaguardar a las instituciones proveyéndolos de un marco dinámico adaptado a las circunstancias de desarrollo y regulaciones, como han hecho Australia y España, y éstas son, por su parte, resilientes y ágiles, captando nuevos recursos privados, entonces el impacto financiero de la pandemia se verá reducido al mediano y largo plazo y sus efectos podrían ser incluso positivos, al estimular una optimización de la administración de las instituciones y volverlas más responsivas frente a las demandas de su entorno.
Por el contrario, si esas condiciones no se cumplen, entonces se vuelve posible un escenario negativo donde instituciones pequeñas se vean forzadas a cerrar o a fusionarse y otras, de tamaño medio o grande, deban reducir sus costos unitarios (gasto por alumno), llevándolos bajo el umbral requerido para conservar la calidad.