Capturan a ex agente de la CNI prófugo y se convierte en el primer huésped de Colina I
Mayor (R) Luis Sanhueza Ros fue capturado en Melipilla mientras celebraba su cumpleaños.
En menos de 30 minutos, “Ramiro Droguet” vio cómo terminaba su aventura. El otrora agente de la Central Nacional de Informaciones (CNI), autor de asesinatos y secuestros, caía en las manos de la PDI, capturado después de cinco meses prófugo.
El mayor de Ejército en retiro Luis Arturo Sanhueza Ros (61), su nombre real, se transformó en el primer huésped del módulo especial de Colina I, que pronto recibirá todo el contingente de reos de Punta Peuco.
El ex oficial -también conocido como “Huiro”- estaba oculto en un parcela en Melipilla, de propiedad de la familia de una cuñada. El sábado a las 8 horas, el Equipo Especial de Prófugos de la Brigada de Ubicación de Personas (Briup) no tuvo necesidad de romper el portón. Un trabajador, al ver los vehículos policiales, abrió el acceso principal.
Pocos metros después, en la casa, los moradores se exaltaron. Negaban desde el interior de la casa la presencia de Sanhueza Ros. Los detectives tuvieron que derribar la puerta y registrar toda la vivienda. Ramiro Droguet, el “Huiro”, estaba oculto en una de las habitaciones. No opuso resistencia. Estaba resignado.
Este lunes, muy temprano, era notificado en su celda, de la condena de 5 años y un día que debe purgar por su responsabilidad en los secuestros calificados de Julián Peña Maltés, Alejandro Pinochet Arenas, Manuel Sepúlveda Sánchez, Gonzalo Fuenzalida Navarrete y Julio Muñoz Otárola, crímenes cometidos a partir de septiembre de 1987.
Según informaron fuentes judiciales, en los últimos días se registro un inusual movimiento en la familia del ex agente de la CNI. Muchos de ellos salieron el viernes temprano. La mayoría se dirigió a tiendas de la capital donde compraron regalos. Posteriormente y, desde distintas rutas, se dirigieron al mismo destino: la parcela de Melipilla. Todos ellos iban a celebrar el cumpleaños 61 de Luis Arturo Sanhueza Ros. Por ello, los detectives lograron confirmar con fehaciente exactitud que el prófugo se encontraba en ese lugar.
Finalizaba así su clandestinidad. Recibió ayuda de gran parte de la familia. Quienes aún manejan una empresa de seguridad que creó el ex oficial de Ejército, donde contrataba a miembros en retiro de las Fuerzas Armadas.
Un funcionario del tribunal que dirige el ministro Mario Carroza llegó esta mañana a Cola I para notificarlo de la sentencia. La primera que debe cumplir efectivamente, tras salvar, por irreprochable conducta anterior, la que le habían impuesto como uno de los autores del asesinato del vocero del MIR, Jecar Neghme, en 1989.
El secuestro de Carreño y el caso de los cinco
La investigación que realizó el ministro en visita Mario Carroza logró establecer que los cinco militantes de izquierda fueron secuestrados por agentes del Estado como represalia por el secuestro del coronel de Ejército Carlos Carreño, en septiembre de 1987. Fueron hechos desaparecer en un operativo conjunto entre la CNI, el Batallón de Inteligencia del Ejército (BIE) y el Comando de Aviación del Ejército, siendo sus cuerpos arrojados al mar, frente a las costa de Quintay, en la Quinta Región.
“Con ocasión del secuestro del Coronel del Ejército Carlos Carreño Barrera, acaecido en Santiago el 1 de septiembre de 1987, funcionarios de la Central Nacional de Informaciones participaron en un operativo planificado previamente con el propósito de vigilar y seguir a determinadas personas.
Entre el 9 y 10 de septiembre del mismo año recibieron instrucciones de detener, sin orden judicial, a cinco miembros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, elegidos de entre los archivos institucionales, para eventualmente canjearlos por dicho oficial. Actuaron mediante equipos organizados y concertados por un mando general, comunicándose mediante claves para ocultar sus autorías y evitar ser descubiertos por terceros”, señala la sentencia final.
Agrega la resolución que “las personas retenidas fueron interrogadas y mantenidas ocultas bajo custodia en el cuartel Borgoño de la referida entidad, sin intención alguna de ponerlas a disposición de la judicatura respectiva.
Durante el período que permanecieron en el Cuartel Borgoño, equipos operativos comandados por oficiales y efectivos del Batallón de Inteligencia del Ejército, unidad perteneciente a la Dirección Nacional de Inteligencia del Ejército, comisionados para participar en la investigación destinada al esclarecimiento del secuestro del Coronel Carreño, establecieron una coordinación oficial con la Central Nacional de Informaciones, permitiendo que algunos de sus agentes frecuentaran y permanecieran por varios días en dependencias inmediatas de los calabozos, con pleno conocimiento de que en dichas instalaciones se mantenía a personas recluidas prolongadamente en forma ilícita, y obtener con ello informaciones de inteligencia.
Antes de la liberación del Coronel Carreño en Brasil y no siendo posible efectuar un canje, se decide por estos organismos de seguridad la eliminación de los detenidos y, para ello, organizan un operativo que permite sacar los 5 cuerpos como bultos del recinto en que se encontraban privados de libertad, al parecer sin vida o previamente drogados, y fueron transportados en un helicóptero del Comando de Aviación del Ejército desde el Fuerte Peldehue hasta las costas de Quintay, donde finalmente se arrojaron sus cuerpos al mar atados a durmientes.
De lo anterior no puede sino concluirse, por la envergadura de la operación, en la cual hubo distintas etapas, como la detención, reclusión posterior en el cuartel Borgoño, el interrogatorio a que fueron sometidos, la búsqueda de durmientes, la petición de un helicóptero y posteriormente el traslado de los cuerpos a las costas de Quintay a fin de arrojarlos al mar, que en tales operaciones no solo participaron agentes que conformaban la CNI, sino también miembros del Batallón de Inteligencia perteneciente a la Dirección de Inteligencia del Ejército y del Comando de Aviación de la misma institución, operativos que la línea de mando militar de las organizaciones aludidas no pudieron desconocer ni dejar de controlar, toda vez que se trata de una institución con poder jerarquizado, en la cual existe una línea vertical y directa de mando.
Por lo mismo resulta del todo razonable pensar, por las informaciones recopiladas en la causa, que estos cuerpos correspondan a las personas secuestradas, las cuales al haber sido lanzadas al mar no fueron ubicados ni identificados”, detalla el fallo del máximo tribunal.