Una agenda para la salud mental de la niñez en la pandemia
Juan Pablo Venegas es Director de Incidencia Pública World Vision Chile
El estrés de crecer durante la crisis de COVID-19 dejará un legado duradero de problemas de salud mental en nuestra niñez, pues el mundo en que nuestros hijos e hijas vivían se ha visto trastornado por la pandemia y es seguro que provocará problemas de salud mental a largo plazo.
Las escuelas cerraron, padres y cuidadores trabajan desde casa, o están sin trabajo; todos los adultos alrededor con mascarillas; la exposición al recuento diario de enfermedad y muerte en las noticias y conversaciones a su alrededor, son experiencias adversas que harán que el mundo emocional y físico de los niños sea muy diferente al que una vez conocieron.
Para muchos niños la vida volverá a la normalidad una vez que desaparezca la sombra de la pandemia del coronavirus y la crisis económica. Sin embargo, otros varios, particularmente aquellos más vulnerables debido a condiciones de salud mental preexistentes o situaciones familiares difíciles, se verán especialmente afectados por la interrupción, el estrés y la incertidumbre de crecer durante la crisis, con la amenaza cierta de tener consecuencias de salud mental que los llevarán a la edad adulta, a menos que puedan acceder a atenciones especializadas.
Por lo tanto, se requiere hoy más que nunca un apoyo que hoy no existe: una política y un plan consistente de salud mental infantil.
El coronavirus ha afectado al sistema de salud en general, pero en particular ha develado que nuestro sistema de atención de salud mental -que ya es muy débil incluso antes de la crisis- gatillará que muchos niños con problemas de salud mental, que no han recibido la atención necesaria, profundicen sus problemas, y otros que tenían factores potenciales los manifiesten.
Chile presenta indicadores preocupantes de salud mental infantil. Sin ir más lejos, un estudio de 2019 reveló que los niños chilenos menores de 6 años sufren la peor salud mental del mundo. La investigación se aplicó en 24 países, y el resultado arrojó que el 15% de los niños a nivel global tiene problemas externalizantes, como déficit atencional, hiperactividad o agresividad. Sin embargo, en Chile esa cifra aumenta y afecta al 25% de los menores de seis años,
Asimismo, a nivel global, un 5% de los niños tienen ansiedad y depresión, mientras en Chile el porcentaje asciende a un rango de entre 12 y el 16%. Además, este país es el segundo con las tasas más altas de suicidio comparado con naciones que integran la OCDE y la cifra más significativa corresponde al tramo entre los 15 y los 19 años, lo que representa la segunda causa de muerte entre los jóvenes y relaciona con causas multifactoriales (consumo de alcohol, drogas, violencia, pobreza), sin embargo en su mayoría el 60% de los casos está vinculado a la depresión.
Las primeras señales que tenemos son que la demanda de apoyo para la salud mental en todos los ámbitos está aumentando como resultado de la pandemia de COVID-19 y sus consecuencias. El requerimiento de apoyo y ayuda online o por vía telefónica son parte de las demandas que también los expertos han manifestado, destacando – por ejemplo, el trabajo que la Universidad de Chile ha hecho con su Campaña “Conversemos” y el documento que entregó en abril para la Mesa Social Covid, así como el trabajo de apoyo directo que han brindado Fonoinfancia y Línea Libre.
Se prevé que esta crisis provocará un aumento de los problemas de salud mental en niños y adolescentes, ya que si miramos los datos de eventos importantes anteriores en todo el mundo, ya sean desastres naturales o pandemias, hay grupos de niños que continúan teniendo efectos duraderos en la salud mental hasta la edad adulta. De este modo, el desafío de la salud mental es uno de los desafíos más importantes que va a causar la pandemia y los efectos sobre la salud mental, al final del día, serán mucho mayores que los efectos sobre la salud física.
Por eso, hacemos un llamado a prevenir y tratar los problemas de salud mental, necesitándose una acción rápida al respecto. Invitamos al gobierno a tomar medidas ahora y para los próximos seis meses, de modo que se implementen servicios mucho mejores para principios de 2021, previniendo un aumento en la demanda. De esta manera proponemos que algunos elementos a considerar sean:
- Diseñar y financiar un Plan Nacional de Respuesta para la Salud Mental ante la pandemia.
- Fomentar el incremento de la dotación de personal, sabiendo que existe una escasez de psiquiatras de niños y adolescentes, así como de psicólogos.
- Generar un plan para que médicos generales, pediatras, enfermeras y matronas, reciban capacitación y apoyo de profesionales de la salud mental para abordar y evaluar los problemas de salud mental infantil.
- Proponer al Ministerio de Educación disponer de equipos profesionales y formación y apoyo para profesores dedicados a la salud mental y el bienestar de los estudiantes y encargados de conectarse con los sistemas locales de apoyo a la salud mental.
- Generar un plan de garantías a largo plazo sobre el apoyo a los ingresos, con el fin de reducir la ansiedad y el estrés económico.
Por último, es clave que sepamos qué hacer en nuestros hogares. Desde World Vision apelamos a producir cambios culturales en nuestra formar de tratar a niños y niñas y fomentamos una “crianza con ternura”, pudiendo hacer algunas recomendaciones para las familias y adultos:
- identificar las señales de comunicación del niño o niña, es decir, no atribuir cuando les pasa algo a que están con “maña”.
- realizar esfuerzos por interpretar señales de sus distintos estados, como cuando están cansados, aburridos, enojados, tristes, frustrados, etc.
- explicarles las emociones que sienten y una alternativa que solucione las situaciones que enfrentan, ya que eso los ayudará a identificarlas y expresarlas con menor alteración en las ocasiones siguientes.
- no desvalorizar las emociones que experimentan, ni dejarlos solos en caso de que los desbordes emocionales lleguen a su clímax.
Creemos firmemente que superaremos esta prueba y para ello tenemos que unirnos como sociedad para demostrar qué tan bien podemos trabajar juntos para proteger a nuestra niñez y sus familias y cuánto aprenderemos de este desafío sin precedentes, haciendo los cambios necesarios para el futuro.