Elegir (bien) una carrera: primer desafío del 2024
El dilema que enfrentan miles de estudiantes en este proceso, marcado por la pregunta fundamental "¿qué voy a estudiar?", adquiere una relevancia trascendental en el panorama educativo chileno.
Valentina Gran es directora ejecutiva de Fundación por una Carrera.
Los resultados de la Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES), que se conocieron este 2 de enero, plantean una serie de desafíos significativos para los jóvenes que, tras egresar de la enseñanza media, se encuentra en la encrucijada de tomar decisiones cruciales para su futuro académico y laboral.
El dilema que enfrentan miles de estudiantes en este proceso, marcado por la pregunta fundamental “¿qué voy a estudiar?”, adquiere una relevancia trascendental en el panorama educativo chileno. Los caminos que emprenden los jóvenes al egresar de liceos o colegios son diversos y, en ocasiones, complejos, lo que se refleja en una deserción del 30%, una cifra notablemente superior al promedio de otros países de la OCDE.
Académicos del Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE) llevaron a cabo un seguimiento detallado de la cohorte que ingresó a la educación superior en el año 2011, focalizándose en aquellos que acababan de concluir la enseñanza media. Este estudio, que englobó a 90,535 personas matriculadas en Centros de Formación Técnica (CFT), Institutos Profesionales (IP) y universidades en el país, arrojó conclusiones reveladoras.
Para el año 2018, seis de cada diez estudiantes matriculados habían logrado graduarse, independientemente de su situación socioeconómica. No obstante, aproximadamente el 40% de los matriculados aún no había obtenido un título profesional después de transcurrir ocho años en el sistema educativo superior.
Esta situación encuentra su raíz en diversos factores, siendo la falta de orientación vocacional durante la adolescencia un elemento determinante. La insuficiente evaluación de la importancia de la elección de carrera, a menudo basada en descartes, es un problema que se arrastra hace años y que se explica, en parte, por la falta de una orientación adecuada en los establecimientos educacionales del país.
Es por todo lo anterior que existe una necesidad imperativa de que los estudiantes conozcan su identidad al seleccionar su carrera. ¿Cómo hacerlo? El proceso, aunque en teoría pueda parecer sencillo, se complica en la práctica. Por ello, se aconseja a los jóvenes iniciar este camino mediante preguntas introspectivas: ¿quién soy? (entendimiento de uno mismo), ¿qué quiero hacer? (intereses) y ¿qué puedo hacer? (aptitudes).
Los estudiantes deben reflexionar sobre sus actividades preferidas, las asignaturas que les atraen más, las áreas en las que invierten más tiempo y energía, su preferencia por el trabajo independiente o en equipo, y su comodidad con entornos laborales específicos.
En este sentido, la exploración de diversas profesiones se presenta como un componente esencial para una decisión fundamentada. La recomendación es no limitarse a opciones tradicionales, sino considerar las nuevas oportunidades que emergen con el avance de la tecnología, las redes sociales y la creación de contenidos digitales.
Debemos abrir espacios de consultas con amigos o familiares cercanos para obtener perspectivas externas sobre las fortalezas, intereses y valores del estudiante, así como posibles direcciones profesionales. En ocasiones, estas percepciones externas proporcionan mayor claridad sobre las habilidades individuales.
Es importante también comparar mallas curriculares, familiarizarse con el campo ocupacional y entablar conversaciones con profesionales que hayan cursado la misma carrera. La combinación de estos elementos se erige como un enfoque integral para orientar a los estudiantes hacia elecciones académicas y profesionales que alineen adecuadamente con sus aptitudes, intereses y metas a largo plazo.
Tener un conocimiento profundo de las opciones académicas, las características de cada carrera, las oportunidades profesionales asociadas y la realidad del mercado laboral permitirá a los estudiantes no solamente tomar decisiones más informadas, alineando sus elecciones con sus habilidades, aspiraciones y metas a largo plazo, sino que también fomentará la formación de profesionales más preparados, motivados y dispuestos a contribuir de manera significativa a sus equipos y, por ende, a la sociedad chilena.