Formalización ante el SII: un paso necesario en la economía digital
La economía digital en Chile ha crecido rápidamente y con ella una porción significativa de personas que utilizan cuentas bancarias o plataformas de prepago para recibir pagos. Sin embargo, la informalidad de estas transacciones crea un déficit en la recaudación de impuestos, afectando a todos los ciudadanos.
José Navarrete es Director Magíster en Tributación. Director de Ingeniería en Administración de Empresas de Universidad Andrés Bello
La ley contra la evasión tributaria trajo consigo una gran novedad: la obligación de los bancos de informar al SII sobre transferencias bancarias recurrentes, con el objetivo de detectar negocios no formalizados o bien, negocios que subvaloran sus ingresos. Esta iniciativa, que en la práctica exige la formalización de actividades económicas a personas movimientos bancarios regulares, aunque comprensible, ha generado interrogantes y preocupaciones entre quienes usan herramientas digitales para complementar sus ingresos. Este umbral de transferencias obligará a muchas personas a evaluar la regularización de actividades que, hasta hace poco, se manejaban en la informalidad. En un contexto en el que la economía digital y el trabajo autónomo ganan relevancia, esta medida busca cerrar brechas fiscales y asegurar que los ingresos obtenidos en estas modalidades también contribuyan al financiamiento de servicios públicos esenciales. En función de lo anterior, esta columna tiene por objetivo analizar el impacto potencial que esta norma en las personas obligadas a formalizarse.
En primer lugar, es fundamental reconocer el mérito de esta medida en la formalización. La economía digital en Chile ha crecido rápidamente y con ella una porción significativa de personas que utilizan cuentas bancarias o plataformas de prepago para recibir pagos. Sin embargo, la informalidad de estas transacciones crea un déficit en la recaudación de impuestos, afectando a todos los ciudadanos. Con esta regulación, se establece una línea clara entre las actividades personales y comerciales, buscando que quienes logran ingresos por medios digitales aporten equitativamente al sistema tributario. Adicionalmente, esta situación implica una competencia injusta para aquellos negocios que si están formalizados.
Por otro lado, la formalización supone desafíos operativos para los contribuyentes afectados. Muchos se preguntan si sus actividades, realizadas en pequeña escala o con fines secundarios, deberían requerir una declaración tributaria. A su vez, la exclusión de tres cuentas de prepago del umbral de transferencias recurrentes refleja el esfuerzo del SII por adaptarse a las nuevas realidades económicas y permitir ciertos respiros para quienes utilizan estos instrumentos de manera ocasional. Sin embargo, esta medida puede interpretarse como una advertencia de que, a largo plazo, la tendencia será hacia una fiscalización cada vez más amplia y detallada, afectando a un mayor número de personas y cuentas en el futuro.
Es crucial que esta regulación venga acompañada de orientación accesible y apoyo concreto para los contribuyentes. La falta de claridad en los procedimientos de formalización y la percepción de que el cumplimiento es complejo puede llevar a muchos al incumplimiento involuntario. En este sentido, se debe avanzar, aún más, en la digitalización del SII y en la simplificación de procesos para que todos los contribuyentes, sin importar su nivel de ingresos o conocimientos tributarios, puedan cumplir con sus obligaciones de manera sencilla y económica.
En definitiva, el objetivo de lograr una economía más formalizada y transparente es positivo. Sin embargo, el desafío será que esta regulación se implemente de manera justa y accesible, permitiendo que cada contribuyente comprenda sus responsabilidades sin obstáculos burocráticos.